Uno de los mantras favoritos de Pedro Sánchez es que «el cambio climático«. Lo está repitiendo desde hace años y con él parte de la clase política, pues así la responsabilidad por catástrofes como las inundaciones de Valencia, con más de 200 muertos listados de manera provisional, no corresponde a ellos, sino al capitalismo, a la clase media o a las ventosidades de las vacas.
La última vez que Sánchez ha pronunciado la muletilla ha sido como asistente a la COP29, que se celebran en Azerbaiyán, país musulmán gobernado por la dinastía Alíyev (el presidente actual Ilham, sucedió a su padre, Heydar, jefe del KGB en la república soviética y del partido comunista local, en 2003 y gobierna desde entonces) y exportador de gas natural, o sea, emisor de CO2.
La «emergencia climática» no mata a los españoles a diferencia de la incompetencia de los políticos, las duplicidades del Estado autonómico, la no construcción de obras hidráulicas y la destrucción de las ya construidas, o la falta de limpieza de los ríos y los bosques.
Los datos provisionales del Ministerio de Transición Ecológica sobre los incendios forestales hasta el 31 de octubre, ya entrados el otoño y las lluvias, refutan el «alarmismo climático» que predican la partitocracia y el ecologismo.
En los diez primeros meses de 2024, el número de hectáreas forestales quemadas en los casi 1.700 incendios registrados ha sido de 47.174,53, por debajo de la mitad de la media de la última década, que es de 99.981 hectáreas. Como en 2023, las hectáreas perdidas fueron 84.493,63, la superficie destruida en 2024 ha sido sólo el 56% del año anterior.
En estos diez años, ardieron menos hectáreas que en 2024 sólo en 2018, con una cifra de 24.216,32.
¿A qué se ha debido la disminución de este tipo de desastres, causados, casi en exclusividad, por la acción humana? Sin duda a que el verano pasado no fue tan caluroso ni seco como los anteriores y también a que algunas administraciones han cumplido su obligación de limpiar de maleza los montes o han obligado a los particulares a hacerlo.
Desde luego, no a que, como dicen algunos graciosos, cada vez haya menos árboles que quemar. El 57% del territorio español, unos 28 millones de hectáreas, es superficie forestal, que incluye la arbolada y el matorral mediterráneo. Un porcentaje mayor que el que tienen Francia, Italia o Polonia.