El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha desplazado este lunes a la localidad extremeña de Navalmoral de la Mata para colocar la primera piedra de la futura gigafactoría de Envision AESC, destinada a la fabricación de baterías de litio para coches eléctricos. Este proyecto promete generar cerca de 3.000 empleos. No obstante, la atención de la comarca en estos meses está centrada en los 2.900 puestos de trabajo vinculados a la cercana central nuclear de Almaraz, cuyo cierre está programado para el otoño de 2027.
Muchos residentes de Navalmoral de la Mata, la principal población en la zona de influencia de la central nuclear, se congregaron en el teatro donde se celebró el acto para expresar su descontento. Al término del evento, Sánchez fue recibido con una estruendosa pitada, insultos y gritos de «fuera, fuera» y «Almaraz no se cierra».
El cierre de la central nuclear de Almaraz supondrá la pérdida del equivalente al 7% de la demanda de electricidad en España. Muchos empresarios, tanto individualmente como a través de sus asociaciones, están protestando contra una medida que consideran «política» y no basada en razones «técnicas», y que puede suponer la eliminación del principal motor económico de la región, ya que Almaraz es la principal industria de Extremadura.
Esta semana, la Cámara de Comercio de Cáceres también ha alertado sobre las «graves consecuencias» del cierre, tras la noticia de la licitación de los primeros contratos para preparar la clausura. Según la Cámara, esto provocará el «declive económico de la comarca de Campo Arañuelo y un profundo varapalo para la población del norte de Extremadura», dado que Almaraz es un motor económico esencial y una de las principales herramientas que mantiene la población en el territorio cacereño, pese a las intenciones de Sánchez de derruirla.