«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Delegación del Gobierno ha estimado la participación en 25.000 personas

Pinchazo de la izquierda feminista en la manifestación del 8-M: acuden 420.000 personas menos que hace un año

Manifestación del 8-M. Redes sociales

La manifestación de la izquierda de este 8-M, Día de la Mujer, por el centro de Madrid, ha sido una de las menos respaldadas de los últimos años. Según cifras de la entidad organizadora, este año han acudido 420.000 personas menos que en 2024, cuando Comisión 8M cifró la asistencia en medio millón de personas. Este desplome en la participación refleja el desgaste del feminismo alineado con los partidos progresistas, que este año han intentado proyectar unidad en un contexto marcado por la división y las contradicciones internas.

La protesta matutina, que reunió a PSOE, Sumar y Podemos en una misma marcha, partió desde la plaza del Emperador Carlos V, con militantes protegidos bajo paraguas y chubasqueros debido a la lluvia. A pesar del esfuerzo por mostrar una imagen cohesionada, los datos oficiales reflejan un considerable descenso en la asistencia. La Delegación del Gobierno ha estimado la participación en 25.000 personas, una cifra inferior a los 30.000 asistentes del año anterior, mientras que los organizadores han elevado el número a 80.000.

Uno de los factores que podría explicar este descenso es el hartazgo ciudadano ante las contradicciones del feminismo institucional. Nombres como José Luis Ábalos, relacionado con la contratación de prostitutas; Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero, ambos acusados de agresión y abuso sexual, han puesto en entredicho la credibilidad de un movimiento que se ha presentado como el estandarte de la lucha por la igualdad. Estos escándalos han generado un rechazo creciente entre quienes ven incoherencias entre el discurso y las acciones de ciertos líderes políticos.

Además, el movimiento feminista sigue fragmentado. Desde 2022, en Madrid se celebran dos manifestaciones en el 8-M debido a las diferencias entre las distintas corrientes. Mientras la primera marcha, liderada por la Comisión 8-M, aboga por la inclusión de la agenda trans, la manifestación de la tarde, convocada por el Movimiento Feminista de Madrid, defiende posturas abolicionistas y cuestiona las políticas del feminismo gubernamental. Esta segunda convocatoria ha sido respaldada por el Partido Popular, que ha señalado que la marcha de la mañana «no representa al feminismo real», sino que responde a intereses partidistas y ha sido calificada como «una broma pesada».

El Gobierno ha intentado dar visibilidad a la convocatoria oficialista enviando a varios ministros y dirigentes a la manifestación. Entre los asistentes han estado cinco miembros del Ejecutivo socialista: Ana Redondo, Sara Aagesen, Diana Morant, Isabel Rodríguez y Óscar López. También han participado Yolanda Díaz y Mónica García, en representación de Sumar, así como Irene Montero e Ione Belarra por parte de Podemos. Sin embargo, la presencia de estos líderes no ha logrado atraer la misma afluencia que en años anteriores.

La falta de entusiasmo en esta edición del 8-M refleja un cambio de tendencia en el feminismo español. Con un electorado más crítico y una creciente desafección hacia las políticas de género impulsadas desde el Gobierno, el respaldo popular a estas marchas parece estar en declive, dejando en evidencia que el discurso feminista promovido por la izquierda ya no moviliza como antes.

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