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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Potaje de verduras y legumbres: la clave para tener un cerebro joven

La restricción calórica aumenta la longevidad y, si se evita picar entre horas, se mejoran las tareas de la memoria y el equilibrio anímico.

El cerebro, un órgano cuya jornada laboral es de veinticuatro horas al día y nunca descansa, envejece y se deteriora antes de tiempo si en la mesa no se pone un plato de potaje de verduras y legumbres, algo de pescado preferiblemente azul, e, incluso, una copa de vino.
Si, además, la comida se disfruta en compañía y después se va a pasear al aire libre, a realizar ejercicio físico o a hacer meditación se suman aún más ingredientes «neurosaludables» para mantener un cerebro joven toda la vida, explica en una entrevista a Efe Raquel Marín, neurocientífica de la Universidad de La Laguna (ULL).
Marín, que el próximo mes de marzo publica el libro «Dale vida a tu cerebro» de Rocaeditorial en el que incluye recomendaciones prácticas sobre cómo prevenir el envejecimiento cerebral, asegura que el tipo de alimentación no solo impacta en la salud cerebral sino que tiene un enorme impacto en la memoria, el aprendizaje y el estado de ánimo.
Además, agrega, cada vez hay más evidencias que demuestran que algunas de las causas de la aparición de enfermedades como el alzhéimer y el párkinson tienen que ver con desequilibrios en el intestino causados por una dieta desequilibrada rica en azúcares y grasas saturadas.
Nutrirse bien, cerebralmente hablando, implica tener en cuenta el consumo calórico, la frecuencia de las comidas, el contenido de los alimentos y la textura del alimento, precisa la neurocientífica, autora del blog www.raquelmarin.net, en el que comparte sugerencias de recetas hechas por ella mismas con ingredientes beneficiosos para mantener el cerebro joven.
Por extraño que parezca, la restricción calórica aumenta la longevidad y, si se evita picar entre horas, se mejoran las tareas de la memoria y el equilibrio anímico.
En cuanto al contenido de los alimentos, entre los alimentos que ejercen efectos positivos para la memoria se encuentran los pescados azules, el café, la cúrcuma, el alcohol en pequeñas dosis, los frutos del bosque, verduras, frutos secos y huevos, entre otros.
Los menos «neurosaludables» son los productos ricos en grasas saturadas, ácidos grasos trans y azúcares refinados, abundantes en margarinas, bollería y pastelería industrial, cremas de chocolate envasadas, así como el alcohol a dosis altas.
La textura de la comida también afecta, pues la dura es menos beneficiosa para la memoria que la blanda, apunta Marín, quien afirma que la explicación podría estar en que masticar mucho podría aumentar el estrés que a su vez inhibe la proliferación neuronal.
Según la científica, adquiriendo los alimentos que el cerebro necesita y eliminando de la dieta los que son nocivos, se fomenta el rendimiento cerebral tanto en la actividad intelectual como en la estabilidad emocional «ahora y siempre».
El agua, unos dos litros y medio al día de forma genérica para una persona adulta, es uno de las bebidas esenciales para disfrutar de un cerebro saludable, aunque también se puede tomar zumos naturales con moderación, no más de dos tazas de café al día sin azúcar y un máximo de siete copas de vino o nueve cervezas a la semana, añade.
No decir nunca adiós a la grasa, importante para mantener la actividad funcional del cerebro, es otra de sus recomendaciones, pues hay diferentes tipos de grasas y no todas son malas para el organismo.
Numerosos estudios han demostrado las bondades del omega-9 como cardioprotector, en particular, el aceite de oliva representa el estandarte por excelencia de la dieta mediterránea, resalta Marín, quien, de forma anecdótica, recuerda que su padre, a quien dedica el libro, solía decir «¡El aceite de oliva es oro líquido!».
Partidaria, sin lugar a dudas, de la dieta mediterránea combinada, cada cierto tiempo con un ayuno que reduce el estrés oxidativo y protege frente a enfermedades neurodegenerativas, la neurocientífica no solo aboga por una buena alimentación.
Ser valiente, tener una actitud positiva ante la vida, reírse lo más que se pueda, comer de todo pero en pequeña cantidad, cultivar el intelecto, tener vida espiritual y dormir bien, son otras de las recomendaciones que hace para gozar de un cerebro joven toda la vida.
 
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