Es habitual escuchar a los líderes separatistas apelar a un independentismo aséptico «que no es antiespañol». La realidad es que no es difícil dar con declaraciones hispanófobas muy duras entre los conductores del ‘procés’. Algunas se refieren a España como «un cáncer», otras como un «Estado autoritario» e incluso como una «anomalía histórica».
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, presentó la pasada semana un libro (‘Dos Estados’) del delegado del gobierno autonómico catalán en Madrid, Ferran Mascarell. Fue durante la presentación de la obra que Puigdemont aseguró que «nuestro proceso no es antiespañol».
La Gaceta ha recogido diez momentos, todos a cargo de protagonistas del proceso, que desmienten rotundamente al presidente de la Generalitat.
• El primero de ellos tiene que ver con el autor del recién presentado libro, Ferrán Mascarell, que en 2013, siendo aún conseller, se refirió a España como “una anomalía histórica” y “un Estado fallido”. Un país “perdido en su propio laberinto” desde 1714 y que habría degenerado hasta el actual modelo de Estado “jerárquico y autoritario” que niega “los derechos democráticos a los catalanes”.
• El pasado mes de marzo Puigdemont, durante una conferencia en la Universidad de Harvard (EEUU) denunció una “involución democrática” de España y comparó la democracia española con la democracia turca de Erdogan. Además, hizo una interpretación particular de una resolución de la Comisión de Venecia para asegurar que España sigue los modelos de países como Albania, Armenia, Moldavia y Ucrania “y no cumple con la Carta Europea de los Derechos Humanos”. “Es difícil –dijo– formar parte de un Estado español que frecuentemente ignora las leyes europeas”.
• El entrenador del Manchester City Josep Guardiola leyó el pasado mes de junio en Barcelona y ante miles de personas un manifiesto en el que acusó a España de cometer contra Cataluña “los abusos de un Estado autoritario”. Guardiola, en una plática inusualmente dura, llegó incluso a reclamar la intervención de la comunidad internacional en “defensa de los derechos hoy amenazados de Cataluña”.
• En febrero, y tras los juicios a Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau por la consulta del 9-N, Puigdemont arremtió duramente contra la democracia española, de la que dijo “tiene un problema estructural que la va deteriorando, es una democracia que ha enfermado”.
• El exconseller de Presidencia y exdiputado (tuvo que abandonar el escaño por la inhabilitación a la que le condenó la justicia), Francesc Homs, planteó el 17 de mayo el desafío separatista en términos bélicos: «Hemos declarado la guerra democrática a España y tenemos la oportunidad de ganarla». Y añadió que “esto ya no tiene marcha atrás, esto ya es ¡a la carga! Ya se ha decidido».
• Marzo de 2017. El ex president de la Generalitat, Artur Mas, comparecía para valorar la sentencia del 9-N dictada por el TSJC y que le condenaba a dos años de inhabilitación de cargos públicos. El discurso, rebosante de victimismo, dibujó una España autoritaria y hostil a la libertad de pensamiento: «En el Estado español la ley no es igual para todos», sentenciaba. Y denunciaba que había sido condenado «por defender unas ideas que no gustan. En el Estado español se persigue a la gente por sus ideas«.
• «España ya no es un Estado de derecho». Fue la postura mantenida por el conseller “de Asuntos Exteriores” de la Generalitat, Raül Romeva, en una revista belga el pasado mes de febrero. Romeva describía una España que «utiliza los tribunales para asuntos políticos» y donde, en fin, «la separación de poderes mengua en España».
• El diputado de ERC Joan Tardà tiene una amplia colección de exabruptos contra España. El verano pasado denunciaba, por ejemplo, que «la España borbónica no cambia y sigue amenazando». Y hace pocos días vaticinaba en Las Cortes que «pronto volverá a haber presos políticos en España». Una circunstancia que decía no inquietarle demasiado pues «el pueblo catalán, además de pedir el referéndum, saldrá a las calles a solicitar la amnistía».
• El pasado miércoles, en una entrevista en TV3, Oriol Junqueras, hacía una enmienda a la totalidad del Estado al asegurar, directamente, que «la supuesta legalidad del Estado español es una legalidad que no es legal porque no sigue el mandato del derecho internacional que él se autoimpuso que debía cumplir». Un circunloquio que, como vienen haciendo los líderes y medios independentistas, busca vaciar de legitimidad democrática al Estado.
• A principios de año, el diputado-cantautor de Junts pel Sí, Lluís Llach, empleaba uno de los términos más duros de entre todos los utilizados por los independentistas para referirse a lo que llaman el Estado español: “un cáncer”.
Llach definió a España, tirando de xenofobia y Leyenda Negra, como “la herencia de los ‘señoritos’, hidalgos, funcionarios, monarquías, y sólo faltaban ahora las puertas giratorias”.
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