No voy a escribir sobre Pedro Sánchez. Y eso que he de reconocer que, aun esperando como espero siempre lo peor de este personaje, logró sorprenderme con esas nuevas cotas de vileza que alcanzó en Ermua. No escribiré sobre él porque es inútil enumerar o añadir razones al desprecio que siento por su bajeza, su falsedad y su obsesión por el engaño y la traición. Y porque no aspiro a tener ningún predicamento entre aquellos tan ajenos y lejanos de mí que aún sean capaces de considerar votarle.
Pero sí quiero plantear ciertas cuestiones sobre aquellos que aún se mueven entre dos aguas. Sobre quienes aún creen que hay que contar con Sánchez y su PSOE para hacer frente a la dramática situación que se cierne sobre España en su futuro ya muy cercano. En otoño ya quedará claro el abismo en que nos han hundido. España será el país en peor situación, más desasistido e inerme de todos los miembros de la Unión Europea ante una crisis de dimensiones colosales.
Vean las estadísticas que quieran, busquen los cuadros y mapas de las fuentes que más aprecien. Todas señalan a España como el país que tiene los peores datos económicos y generales para abordar una crisis dramática que puede ser una recesión de calibre desconocido en generaciones, agravada por un sinfín de factores adversos, internacionales, por supuesto, pero muchos y muy graves internos.
Van a ser terribles las consecuencias sociales de este tifón que se echa encima de una sociedad y una economía brutalmente endeudadas
«Unidad en el consenso bipartidista», esa sería la solución y Feijóo su profeta. Claman en los medios aquellos que ven las orejas al lobo, han dejado de creerse las monsergas de la banda de malhechores y mentirosos con Pedro Sánchez y Nadia Calviño a la cabeza, pero tienen miedo a toda acción que no tenga el beneplácito de la izquierda. Sin el bipartidismo en «la solución de los problemas», vienen a decirnos, no puede haber más que caos. Porque la izquierda quemará España. Arderán las ciudades, se paralizarán las calles y los servicios y no habrá reformas posibles, ni siquiera un poco de normalidad. Vienen a sentenciar por ello que nadie puede hacer nada contra la voluntad de la izquierda en España. Así creen confirmar ese mito tan extendido que concluye que la envidia y el resentimiento hacen de España un país de izquierdas.
Vaya por delante que la crisis en la que entramos va a ser tan profunda y cruel que los conceptos y divisiones tradicionales de izquierda y derecha, ya quebrados y en especial por la existencia de VOX, saltarán por los aires. Porque van a ser terribles las consecuencias sociales de este tifón que se echa encima de una sociedad y una economía brutalmente endeudadas, estafadas y debilitadas por culpa de una política radicalmente errónea, cretina, irresponsable, saqueadora y falaz. Poco va a poder ayudar una Unión Europea que sufrirá su propio cataclismo general con grandes divisiones no solo por la guerra de Ucrania y la posición hacia el régimen criminal de Vladimir Putin.
También por el colapso de la política energética y de la producción, por la caída del euro y el comienzo de las respuestas populares, los agricultores los primeros, a los delirantes planes de ingeniería social en el marco del Pacto Verde, ese plan leninista para imponer la Agenda 2030 en contra de la voluntad y los intereses de los europeos. La catástrofe europea se antoja inevitable y gran parte de la responsabilidad recae en un eje franco-alemán que, hoy se ve ya con palmaria evidencia, se ha dedicado fundamentalmente a cultivar sus intereses propios disfrazados de política europeísta. Y a sembrar la ponzoña ideológica de la socialdemocracia alemana del consenso bipartidista de la Grosse Koalition con la nefasta Angela Merkel a la cabeza.
En toda Europa asistimos ya a la proliferación de revueltas nacionales contra los intentos de destruir las naciones europeas y contra la Agenda 2030
Egoísmo, ceguera e irresponsabilidad como componentes de una pócima venenosa que han hecho tragar a todos los miembros de la UE durante ya lustros, han impedido todas las reformas racionales y han metido a todos los países quisieran o no por la senda de la irracionalidad climática, inmensos costes y cargas inasumibles para amplios sectores de la población. La mayoría de las fuerzas políticas y los gobiernos no asumieron estas sobredosis de ideología ecologista por fanatismo como sus artífices, ni tampoco por convicción. Lo hicieron por cobardía y miedo al enfrentamiento con los radicales y su capacidad de agitación mediática y electoral. Esto si acaso agrava la culpa de todos los que han renunciado a la racionalidad y a verdades palmarias en beneficio de las banderas ideológicas de la izquierda. Y los que mayor culpa tienen son los mayores, los partidos del mainstream, los partidos del régimen del creciente centralismo bruselense, el Partido Popular, esos llamados «liberales» que son los macronistas del oportunismo patológico, los Verdes, los socialistas y demás.
Europa es un serio problema hoy para muchos países, que pueden mejorar su situación si toman muchas medidas propias, soberanas y nacionales
Afortunadamente, en toda Europa asistimos ya a la proliferación de revueltas nacionales contra los intentos de destruir las naciones europeas, contra la Agenda 2030 y contra el suicidio de la civilización occidental. Partidos nacionales surgen con vigor en todos los países europeos y pese al acoso, las difamaciones y los cordones sanitarios se van haciendo sitio en el electorado y demostrando que son más democráticos y más creíbles que todos los socialdemócratas de derechas, izquierdas o centro. En Europa va a haber grandes cambios. Todos los países europeos han demostrado el renacimiento de la nación y las fuerzas que la defienden. Frente a una socialdemocracia que nos ha hundido en proyectos ideológicos que ya se perciben como fracasados.
Toda esa deriva deja en muy mal lugar la siempre falsa receta de Ortega y Gasset de que España es el problema, Europa la solución. Quiá.
Esa gran coalición de un Alberto Núñez Feijóo con la izquierda no soluciona ningún problema de España y agrava todos hacia niveles catastróficos
Ni España es el problema ni Europa es la solución. Europa es un serio problema hoy para muchos países, entre ellos España, que pueden mejorar considerablemente su situación si toman muchas medidas propias, soberanas y nacionales que Bruselas dificulta o impide. Y si se niegan a aplicar muchas de las medidas que nos quiere imponer la UE con su delirante maquinaria reguladora ideologizada que son la Comisión y el Europarlamento. La UE está embarcada en una colosal operación de ingeniera social que atenta masivamente contra la libertad, por supuesto, pero también muy especialmente contra los intereses de numerosos sectores, regiones y también nacionales.
España tiene que buscar por ello soluciones propias a sus más acuciantes problemas con una mayoría nacional que debe ser todo lo contrario a esa Grosse Koalition socialdemócrata que ha hundido al final a Alemania en una crisis que ya veremos si logra soportar en democracia. La gran coalición del bipartidismo no haría en España sino aplicar con mayor entrega y servilismo todos los dictados emanados de esa fuente inagotable de controles e injerencias en todos los ámbitos de la vida nacional, regional, municipal, empresarial, familiar, interpersonal y hasta íntimo que son los planes reguladores ideológicos de la UE para la aplicación de la Agenda 2030.
La verdad es absolutamente imprescindible como imperativo no ya moral sino también técnico para asumir los cambios que España requiere
Esa gran coalición de un Alberto Núñez Feijóo con la izquierda no soluciona ningún problema de España y agrava todos hacia niveles catastróficos. No se puede celebrar una unidad que supone aplicar reforzada una política equivocada asfixiando toda posible alternativa. Todo hace sospechar que Núñez Feijóo pretende exactamente eso, una política socialdemócrata que mantenga todas las fallas, todos los lastres y todos los elementos paralizantes acumulados en 40 años sobre los no pocos que ya venían instalados en la Constitución.
España tiene que superar las perversiones acumuladas y corregir todo lo que ha demostrado ser erróneo, irracional, económicamente insostenible, inviable y tóxico. Ha de recomponer su unidad de mercado como de Educación, la legislativa, la reguladora, la administrativa, la judicial, la policial y la sanitaria. Para eso es necesaria una mayoría partidaria de derrotar a todas las opciones que desde la izquierda y el separatismo se han caracterizado por su sectarismo, por su revanchismo, su voluntad falsaria, su profunda ineptitud y fracaso generalizado. Han demostrado tal quiebra moral en su alianza con la violencia terrorista y el crimen golpista y separatista que han convertido a todas sus formaciones sin excepción en esclavas de la mentira.
Una alianza tácita o explícita del PP de Feijóo con el PSOE (…) solo acelerará la deriva hacia la catástrofe general
Y por ello son también las fuerzas enemigas mortales de la verdad, porque está mina sus discursos, su narrativa, sus posiciones y por tanto intereses. La verdad es absolutamente imprescindible como imperativo no ya moral sino también técnico para asumir los cambios que España requiere. Sobre la mentira no puede construirse nada sólido y eso se está viendo deforma dramática en España. La mentira del antifranquismo, la mentira fundacional del cambio de régimen y ruptura que la izquierda pretende, a la que se da rango de ley con la “Memoria Democrática”, pervierte todo el discurso político y la convivencia. Desde el instante en que se persigue y reprime a todos los que defiendan verdades obvias como las perversiones criminales de la II República, la vesania cruel y asesina de las fuerzas socialistas, comunistas y anarquistas durante la República y la guerra, la sociedad española está instalada en un estado de excepción contra la verdad que hace imposible el desarrollo de la sociedad en libertad, probidad y veracidad. Si encima demonizan a las fuerzas que se alzaron contra el régimen del Frente Popular y hacen de la dictadura de Franco y sus diversas fases una ridícula caricatura propagandística, es imposible que la sociedad alcance unos acuerdos de convivencia y de aproximación sana a la verdad en otros campos. Por eso es tan fácil y tan barato mentir en España. Se empieza mintiendo sobre el antifranquismo de la familia y se acaba no diciendo una verdad ni en la profesión ni al médico. Nada avanzaremos sin un esfuerzo por aproximarse con buena fe a nuestro pasado en el que una concatenación de fatalidades y condiciones adversas llevaron a España a la tragedia de la guerra fratricida y después a una lenta y larga recuperación con mucha reconciliación real pese a que después llegaran quienes medraron con destruirla.
La izquierda está agotada en la vía muerta de la mentira, la traición y el fracaso. Hay que darle el golpe de gracia, no abrazarse a ella
La alianza de la izquierda con todos los enemigos del Estado, su manifiesta hostilidad a la nación española y su intención de acabar con su continuidad histórica han convertido ya a estas fuerzas y muy en particular a la mayor, al PSOE, en el principal obstáculo para la regeneración y reconstrucción de España. Por eso no hay solución en el abrazo de nadie con la socialdemocracia. Una alianza tácita o explícita del PP de Feijóo con el PSOE o los tan cacareados pactos de estado con la socialdemocracia y sus aliados solo acelerarán la deriva hacia la catástrofe general. Al PP no le queda mucho tiempo para enmendar su gran parte de culpa en que los postulados ideológicos de socialistas, comunistas y separatistas triunfaran sin apenas contestación en la batalla política y cultural. Entre bombas y alianzas con los terroristas y los separatistas, Zapatero impulsó el golpismo institucional. Pero Mariano Rajoy lo normalizó. Y Sánchez lo está llevando a la agresión abierta contra la monarquía, contra las instituciones y contra España como nación. En Ermua ha vuelto a verse.
Así las cosas, hay un proyecto nacional -uno solo- que hoy representa VOX y que comparten millones que aun votan al Partido Popular por diversas razones. VOX no puede hacerlo hoy en solitario. El PP jamás será capaz de hacerlo. Por eso es tan importante que todos los que siguen entre dos aguas entiendan bien que nos jugamos la continuidad histórica de España, la convivencia y la paz. Este proyecto para volver a hacer viable España debe hacerse desde la vocación y ambición irrenunciable de derrotar a la izquierda española para al menos una generación. Con la convicción de que tendrá que hacer frente con su mayoría y por el bien de España a una larga travesía de sinsabores y conflictos a resolver con grandeza, firmeza y paciencia. La izquierda está agotada en la vía muerta de la mentira, la traición y el fracaso. Hay que darle el golpe de gracia, no abrazarse a ella para ayudar a acelerar el naufragio de España con sus zafios y mezquinos planes de disolución, destrucción, mentira, miedo y sometimiento.