La socialista Teresa Ribera, recientemente nombrada vicepresidenta primera y comisaria de Competencia de la Comisión Europea, ha dejado claro que «no se contempla retrasar las fechas para prohibir los vehículos de combustión» en Europa. En una de sus primeras intervenciones tras asumir el cargo, Ribera subrayó que los objetivos de descarbonización establecidos hace dos años siguen siendo prioritarios y no negociables, aunque manifestó su disposición a escuchar propuestas que faciliten la transición hacia la electrificación.
El plan actual, aprobado en Bruselas en 2021, fija dos fechas clave para los vehículos de gasolina y diésel. A partir del 1 de enero de 2035, estará prohibida la venta de coches con motores de combustión interna en toda la Unión Europea. Sin embargo, los vehículos ya adquiridos podrán seguir circulando hasta 2050, cuando quedará totalmente restringido su uso en el continente. Este margen de 15 años busca dar tiempo suficiente a los conductores para adaptarse, teniendo en cuenta que coincide con la vida útil media de los automóviles en Europa.
La decisión de prohibir los motores de combustión responde al objetivo de reducir drásticamente las emisiones contaminantes del sector automovilístico, considerado uno de los principales responsables del cambio climático. Desde el Parlamento Europeo, se ha defendido esta medida como un paso esencial para avanzar en la electrificación completa del parque móvil y cumplir con los compromisos climáticos del bloque.
Durante el último año, la industria automovilística europea ha atravesado momentos críticos, con fabricantes y gobiernos nacionales presionando para suavizar el calendario de restricciones y las sanciones a quienes incumplan las normativas. Además, las recientes elecciones europeas se plantearon como un plebiscito sobre el coche eléctrico, pero los resultados confirmaron la continuidad del calendario, dejando intacto el plan establecido.
A pesar de las críticas, Ribera ha reiterado que no habrá cambios en la hoja de ruta. Según la comisaria, los plazos reflejan la urgencia climática y están alineados con la normativa europea y los retos globales de descarbonización. No obstante, se mantiene abierta a propuestas que impulsen una transición más ágil hacia la movilidad eléctrica, siempre sin comprometer los objetivos principales.
Con estas decisiones, Bruselas busca liderar el cambio hacia un transporte más sostenible. Los próximos años serán decisivos para transformar la industria automovilística europea, un desafío monumental que sigue marcando el rumbo hacia una Europa libre de emisiones contaminantes.