Una menor de edad, de 17 años, gritó desde la ventana de su casa que necesitaba ayuda ante los supuestos abusos que estaba sufriendo en un barrio de La Coruña (Galicia). Vecinos y viandantes optaron por llamar a la Policía, que desplazó dos coches de patrulla. A su llegada, la joven defendió que llevaba más de un día intentando huir de aquella vivienda pero su pareja no la dejaba, añadiendo que le había agarrado del cuello, la había amenazado con forzarla a trabajar en un club e incluso la había avisado de que mandaría a unos amigos a violar a su hermana. Para dar credibilidad a su relato, mostró imágenes de supuestas agresiones físicas y sexuales que había sufrido en el pasado.
El acusado fue arrestado inmediatamente y la Fiscalía lo imputó por cinco delitos de maltrato, dos de violación, amenazas y coacción, solicitando una condena de 33 años de prisión. Sin embargo, en el juicio, la denunciante reconoció que había mentido en su declaración inicial por rencor y deseos de venganza después de que él le pidiera que abandonara su hogar, tal y como ha confirmado el diario La Voz de Galicia.
Durante la audiencia el febrero pasado, la denunciante confesó que todo lo que había relatado era falso, aclarando que su novio nunca la había violado y que las lesiones que presentaba se debían a que mantenían relaciones sexuales «intensas y consensuadas, donde se golpeaban y se agarraban del cuello. A ella le agradaba que la ataran», según quedó registrado en la sentencia.
Además, aseguró que mantenían discusiones frecuentes debido a que ella era extremadamente celosa y que la relación entre ambos se había vuelto «tóxica». También admitió que su pareja jamás la había golpeado. Al ser cuestionada por la fiscal sobre las discrepancias entre su testimonio y la denuncia, la joven explicó que «quería dañar a su novio porque estaba muy molesta ya que él deseaba terminar la relación».
En cuanto a los hematomas que aparecían en las fotografías incluidas en el atestado y las marcas que tenía el 14 de abril de 2023, tanto en el cuello como en los brazos, la joven explicó que durante sus relaciones sexuales «se abofeteaban y se agarraban del cuello y los brazos», pero siempre de manera consensuada. Si le comentó a su abuela y a su prima que su pareja la había golpeado, fue porque «le daba vergüenza admitir que practicaba ese tipo de relaciones».
