La violación y el asesinato de una estudiante de 19 años en Francia, ha provocado un seísmo político y social en Francia, un país que sufre las consecuencias de unas políticas migratorias que alientan el efecto llamada y la inseguridad.
La joven no regresó a casa la noche del pasado 20 de septiembre. Sus padres denunciaron la desaparición y organizaron una búsqueda en el bosque de Boulogne. Al día siguiente su cuerpo fue encontrado semienterrado y con signos de violencia.
Ils arrachent sa photo. Ils interrompent les minutes de silence. Si vous cherchiez les complices du meurtrier de #Philippine, les voici ⤵️pic.twitter.com/TBD7bGm1Jt
— Laurent de Béchade (@LaurentDBE) September 28, 2024
Las autoridades suizas detuvieron en Ginebra al agresor, un marroquí de 22 años llamado Taha O., con antecedentes penales —otra violación siendo menor de edad— y con una orden de expulsión en vigor que no se había aplicado por la burocracia administrativa con Marruecos. La Fiscalía de París ratificó que el individuo se encontraba de forma ilegal en Francia. «Nuestra justicia es indulgente, nuestro Estado no funciona, nuestros dirigentes permiten que los franceses convivan con bombas humanas», afirmó el presidente de Agrupación Nacional (RN), Jordan Bardella.
Activistas de extrema izquierda se han dedicado a boicotear los actos en memoria de Philippine. Ocurrió el pasado sábado en la localidad de Vienne. Manifestantes de extrema izquierda, algunos vinculados a La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, comenzaron a gritar «todos somos antifascistas». Uno de ellos incluso tildó de «explotación del feminicidio» la concentración por la víctima.
Para Marion Maréchal el boicot de los minutos de silencio es una «revelación profunda» de lo que es hoy la extrema izquierda en Francia: «Tienen más compasión por un violador marroquí que por Philippine porque ella encarna todo lo que odian: francesa y católica».
El ministro del Interior, Bruno Retailleau, se declaró el pasado domingo a favor de un referéndum sobre inmigración y lamentó que «los franceses nunca hayan podido decidir» sobre esta cuestión. «La inmigración es uno de los fenómenos que más ha perturbado a la sociedad francesa desde hace 50 años», agregó. «Sólo habrá control sobre la inmigración si tenemos un plan global», concluyó.