«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
la locomotora industrial europea, dispuesta a suicidarse

El cierre de la Ășltima central nuclear provoca que Alemania se quede sin acceso a electricidad barata

El canciller de Alemania, Olaf Scholz. Europa Press

DecĂ­an los clĂĄsicos que a quienes los dioses quieren destruir, primero los enloquecen, y ese parece ser el caso de Alemania, la locomotora industrial europea dispuesta a suicidarse en nombre de las fantasĂ­as verdes.

Ni buscando con lupa podrĂ­an las autoridades alemanas haber encontrado peor momento para cumplir la vieja promesa de Merkel de cerrar todas las plantas nucleares del paĂ­s. Cuando estallĂł la crisis del gas ruso (literalmente: Estados Unidos se encargĂł de ello en el fondo del mar), Scholz dio una prĂłrroga a ese cierre, y muchos pensaban que se ampliarĂ­a ahora. No ha sido asĂ­.

Todo, por una «crisis climĂĄtica» de la que no hay la mĂĄs insignificante prueba incontrovertible, jaleada por agentes interesados y desmontada por decenas de profecĂ­as fallidas. Da igual: incluso profesando estrictamente y al pie de la letra la fe climĂĄtica del IPCC, lo Ășltimo que deberĂ­a preocupar a un Gobierno serio, con la «estanflaciĂłn» aĂșn rampante en Europa, es una subida de un grado en la temperatura media del planeta a lo largo de cien años.

Alemania, que sufre ya un dĂ©ficit de energĂ­a debido a la pĂ©rdida de los suministros de gas natural de Rusia, acaba de cerrar sus Ășltimas tres plantas de energĂ­a nuclear operativas, dejando a la naciĂłn sin acceso a electricidad barata y, teniendo ya precios residenciales de electricidad entre los mĂĄs altos de toda Europa, se ha condenado a que estos se disparen a corto plazo.

Como los precios de la energĂ­a aumentaron el año pasado como resultado del conflicto de Ucrania, ciertos miembros del Gobierno del canciller alemĂĄn Olaf Scholz se mostraron reacios a cerrar las plantas nucleares como estaba previsto el 31 de diciembre de 2022. Scholz acordĂł una prĂłrroga Ășnica del plazo, pero insistiĂł en la cuenta regresiva final que tendrĂĄ lugar el 15 de abril.

Junto con el cierre de las plantas nucleares, la empresa eléctrica multinacional alemana E.ON aumentó sus precios hasta en un 45% a partir del 1 de junio.

SegĂșn un portavoz de la empresa, en partes del estado de Renania del Norte-Westfalia, el nuevo precio es de 49,44 centavos brutos por kilovatio hora, lo que significa un ajuste cercano al 45% para un consumo promedio.

La ironía aquí es que la escasez que se ha vivido este pasado invierno obligó al Gobierno alemån a aumentar las operaciones de las centrales eléctricas de carbón, lo mås contaminante del mundo y lo teóricamente peor para el «cambio climåtico», algo que podría evitarse con la apuesta por las nucleares. Pero no, confían ciegamente en el sueño imposible de que las renovables compensen la generación perdida.

No hay ninguna lĂłgica, ningĂșn sentido en las decisiones energĂ©ticas de Alemania, que son, mutatis mutandis, las de toda Europa, y es imposible encontrarles sentido salvo que se postule un objetivo «conspiranoico» de decrecimiento y empobrecimiento deliberado.

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