La Comisión Europea ha planteado hace escasos días la posibilidad de modificar el proceso de toma de decisiones en situaciones de crisis, proponiendo que estas se puedan resolver por mayoría en lugar de requerir la unanimidad de los Estados miembros. En un informe presentado el miércoles 30 de octubre —horas después de la catástrofe producida en la Comunidad Valenciana a consecuencia de la DANA—, se destacó la necesidad de hacer más ágiles y efectivas las respuestas ante diversas crisis, incluidas las de tipo climático.
Este cambio de enfoque busca reducir el poder de veto que actualmente tienen todos los Estados miembros, argumentando que la pluralidad y la igualdad de condiciones serían así mejor salvaguardadas. Sin embargo, esta propuesta ha generado inquietud entre aquellos que consideran que se podría socavar la igualdad entre países y dar mayor poder a la Comisión Europea, permitiéndole actuar sin contrapesos en temas de alto impacto y limitando, una vez más, la soberanía de las naciones a la hora de enfrentarse a determinadas crisis.
La postura de Hungría, conocida por sus discrepancias en políticas como la inmigración ilegal, ha sido señalada como un ejemplo de cómo el poder de veto puede obstaculizar decisiones conjuntas. Además, se proyecta la incorporación de hasta nueve nuevos países en los próximos seis años, algunos de los cuales podrían alinear sus posturas con las de Budapest, influyendo en el balance político de la Unión en asuntos clave.
Europa pierde competitividad ante China y EEUU
En el contexto de los recientes debates sobre el futuro de la Unión Europea, líderes y analistas han enfatizado la necesidad de una cooperación entre los Estados miembros que respete sus particularidades políticas, culturales y nacionales. El objetivo, según expertos proponen —y siguiendo los pasos de los fundadores—, es fortalecer la UE como una unión de naciones independientes en igualdad de condiciones, donde cada Estado tenga la misma voz y voto en los asuntos comunes sin comprometer su identidad interna.
Otro aspecto clave en el debate es el rol del Parlamento Europeo. Algunas voces han abogado por que las comisiones y posiciones dentro del Parlamento reflejen con mayor fidelidad los resultados de las elecciones celebradas el pasado mes de junio, de manera que ningún grupo político mayoritario se vea excluido del proceso de toma de decisiones. Esto, según sus defensores, garantizaría que la voluntad de los ciudadanos europeos esté debidamente representada, atendiendo así a las preferencias de decenas de millones de votantes.