«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
nueva ofensiva fiscal en la ue

Bruselas avanza hacia el control absoluto con un nuevo impuesto climático que disparará el coste de la calefacción y del combustible

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen.

La maquinaria burocrática de Bruselas sigue su curso. A partir de 2027, la Comisión Europea pondrá en marcha un nuevo sistema de comercio de emisiones (ETS2) que gravará indirectamente la calefacción de los hogares, el combustible de los vehículos privados y las pequeñas industrias. Bajo la coartada de la «neutralidad climática», la Comisión amplía su red fiscal sobre actividades cotidianas de millones de europeos.

Aunque serán los proveedores de combustibles quienes deberán comprar derechos de emisión, el coste acabará repercutiendo en el consumidor final: familias, trabajadores y autónomos que ya soportan años de inflación y cargas fiscales crecientes. Se trata, en definitiva, de un nuevo impuesto climático encubierto.

El objetivo no es otro que alimentar el aparato burocrático de Bruselas, que acumula 30.000 millones de euros anuales de deuda. El ETS2 permitirá recaudar hasta 705.000 millones de euros entre 2027 y 2035, consolidando así el poder supranacional a costa de los ciudadanos.

El clima como coartada

La estrategia es simple y conocida: bajo el discurso de la «protección climática», Bruselas expande su dominio sobre los recursos de los europeos. Amparada en una red de ONG ideologizadas y un aparato mediático entregado, la Comisión avanza sin freno en su agenda de transformación.

La lógica de la UE defiende que como toda actividad humana genera emisiones de CO₂, cualquier aspecto de la vida se convierte en objeto de gravamen.

El impacto en la vida de los ciudadanos será brutal. Los costes de calefacción podrían subir más de un 40%, con cargas anuales de hasta 1.400 euros por hogar en países como Alemania si el precio del CO₂ alcanza los 200 o 300 euros por tonelada. Todo ello en un contexto de salarios estancados y pérdida de poder adquisitivo para millones de europeos.

Para maquillar los efectos sociales de este expolio, Bruselas ha creado el Fondo Social para el Clima, dotado inicialmente con 87.000 millones de euros, destinado a financiar obras como el aislamiento térmico, la instalación de bombas de calor o la promoción de vehículos eléctricos.

Así funciona el círculo vicioso burocrático de Bruselas: cuanto más recauda, más crece su estructura de poder, y cuanto más crece, mayor es su necesidad de exprimir a los contribuyentes. La UE se aleja un paso más de aquello para lo que fue concebida: garantizar la libre competencia y el comercio en el mercado interior.

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