La propuesta de ilegalizar la formación patriota Alternativa para Alemania (AfD) ha vuelto a ganar protagonismo en Alemania tras sus recientes éxitos electorales. A pesar de que un grupo de parlamentarios ha apoyado llevar el asunto al Bundestag, la mayoría de los legisladores se muestran cautelosos ante la posibilidad de que el Tribunal Constitucional rechace la prohibición, lo que fortalecería políticamente a la formación soberanista.
En las últimas elecciones regionales, la AfD consiguió su primera victoria en Turingia y se consolidó como segunda fuerza en Sajonia y Brandeburgo, lo que ha despertado preocupación entre los partidos tradicionales sobre su creciente influencia política. En lugar de confrontar las causas del descontento popular desde la política, especialmente en temas como la inmigración o la crisis económica, algunos partidos han optado por intentar debilitar a la AfD con medidas que buscan declararla «organización sospechosa de extremismo», buscando restringir su acceso a fondos estatales. Esta estrategia de marginación ha llevado a que algunos políticos, como Marco Wanderwitz, diputado de la CDU, vuelvan a proponer la prohibición total del partido.
Wanderwitz ha conseguido las firmas necesarias para llevar la moción al Bundestag, donde se votará si el caso debe ser remitido al Tribunal Constitucional. En el texto de la propuesta, los firmantes, entre los que se incluyen diputados de la CDU, SPD, Los Verdes y Die Linke, califican a la AfD de «racista, antisemita y ultraderechista», argumentando que se opone a los valores fundamentales del sistema democrático alemán. Según dpa (agencia alemana de prensa), la moción será presentada en las próximas semanas, después del 8 de octubre.
Sin embargo, expertos constitucionalistas advierten de que la AfD podría no cumplir con los requisitos necesarios para ser ilegalizado, ya que no se ha demostrado que el partido actúe de manera violenta o subversiva contra el orden democrático. En caso de que el Tribunal Constitucional rechazara la prohibición, las consecuencias políticas para los partidos que apoyan la moción serían graves, pues reforzaría la legitimidad de la AfD. Konstantin Kuhle, del FDP, ha advertido que un fallo adverso del tribunal sería desastroso, mientras que otros, como Gesine Schwan del SPD, han calificado la propuesta como contraproducente.
Alexander Throm, de la CDU, también se ha mostrado en contra de la prohibición, defendiendo que su partido debe combatir a la AfD políticamente, «exponiendo su extremismo en lugar de intentar prohibirla». La moción también ha sido duramente criticada por figuras como Sahra Wagenknecht, quien recientemente fundó un nuevo partido tras separarse de Die Linke. Wagenknecht calificó la propuesta de «ridícula» y la consideró un «regalo» para la campaña electoral de la AfD.
En contraste, Robert Habeck, vicecanciller y miembro de Los Verdes, ha señalado que si se presentan pruebas contundentes contra la AfD, entonces el partido debería ser prohibido. La AfD, por su parte, se ha afianzado como la segunda fuerza en las encuestas nacionales, con un 19% de apoyo, mientras que los partidos de la coalición gobernante han visto una drástica caída en su respaldo electoral, con menos del 30% del electorado apoyándolos.