El Ministro de Justicia del Gobierno de Emmanuel Macron, Gérald Darmanin, ha declarado ante los senadores la posibilidad de eliminar el dinero en efectivo como herramienta para, supuestamente, frenar el narcotráfico y otras actividades delictivas. Durante su intervención en la comisión de investigación del Senado sobre delincuencia financiera, el ministro ha defendido que esta medida, «relativamente sencilla», pondría trabas significativas a las redes de tráfico de drogas y al crimen organizado.
Darmanin ha explicado que buena parte de los delitos que afectan al día a día de los ciudadanos —desde pequeños fraudes hasta operaciones de grandes bandas— se sostienen en el uso de billetes y monedas. «He respondido muchas veces a quienes me preguntan cómo erradicar los puntos de venta de droga en nuestros barrios: acabar con el dinero en efectivo los haría inviables», ha afirmado tajante.
Aun así, el titular de Justicia ha reconocido que esta medida no supondría la desaparición automática del narcotráfico. «Por supuesto que seguirán existiendo drogas, tráfico de medicamentos o mercados clandestinos. Pero cuando los intercambios de dinero se vuelven rastreables —como ya sucede con frecuencia con las criptomonedas si se usan con herramientas adecuadas—, resulta mucho más difícil operar en la sombra, tanto para los compradores como para los distribuidores», ha matizado.
La idea, sin embargo, se enfrentaría a una importante resistencia popular. Pese al crecimiento de los pagos digitales, el efectivo conserva un notable arraigo en Francia. Según el Banco de Francia, en 2024 aún representaba el 43% de las transacciones. Además, la legislación francesa obliga a los comerciantes a aceptar pagos en metálico, bajo pena de sanciones económicas de hasta 150 euros. Desde hace años, el país ya aplica restricciones: por ejemplo, está prohibido abonar más de 1.000 euros en efectivo en una misma operación, salvo entre particulares.
Entrevistado al día siguiente en la emisora RTL, Darmanin admitió que no se trata de una propuesta que vaya a implantarse de forma inminente. «Hay que ser realista», declaró, y añadió que un cambio tan profundo requeriría «un largo debate con la ciudadanía». Al mismo tiempo, reconoció que el dinero en efectivo también tiene un valor simbólico y práctico para muchos ciudadanos, al representar una forma de libertad frente al control estatal permanente.