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Rechaza una de las principales propuestas del globalismo

El Gobierno sueco aplicará medidas para que no desaparezca el dinero en efectivo

El primer ministro de Suecia, Ulf Kristersson. Europa Press

Los primeros en entrar suelen ser también los primeros en salir, y así Suecia, pionera mundial en todo lo woke, desde la locura trans hasta el fervor migratorio, parece decidida a ir a la contra en todas las principales propuestas del globalismo.

Lo último ha sido un disparo a la línea de flotación del buque insignia del Gran Reinicio: la moneda digital, los famosos CBDC para los que nos preparan de Christine Lagarde a Joe Biden. Aunque la versión oficial es que esta moneda no desplazará del todo y obligatoriamente el dinero de toda la vida, al mismo tiempo todos los analistas, así como los panelistas de Davos, reconocen que esa es la meta de toda esta maniobra: tu dinero será un apunte contable en un ordenador del banco central, que conocerá todos tus pagos en tiempo real y podrá «programar» tu riqueza, y serás feliz. El sueño de la dependencia total.

Pero el Gobierno sueco está respondón últimamente, y así como hace poco eliminó discretamente los objetivos de la Agenda 2030 de las directivas del Ejecutivo y los impuestos «verdes» sobre el combustible, ha advertido que no va a dejar a los suecos sin sus billetes y monedas contantes y sonantes. E irrastreables.

Informa la propia web del Gobierno sueco que, como resultado de un estudio sobre los sistemas de pago en el país, el Ejecutivo va a aplicar medidas para que no desaparezca el dinero en efectivo. La medida, se supone, es consecuencia de una de las recomendaciones que hace el informe resultado de la citada investigación, donde se pide que se garantice la posibilidad de realizar pagos en efectivo, especialmente para bienes de primera necesidad como medicamentos, alimentos y combustible.

Lo curioso del caso no es sólo que con esto Suecia se oponga a los planes de Bruselas (y de Davos), sino también a su propia evolución. Hace menos de una semana, el portal de la BBC británica publicaba un artículo anunciando que Suecia «está a punto de convertirse en la primera sociedad sin efectivo del mundo». «Con apenas 32 cajeros automáticos por cada 100.000 ciudadanos y un impresionante 98% de la población en posesión de una tarjeta de débito o crédito, la transición del país del efectivo tangible a dígitos abstractos ha sido rápida y decisiva».

Pero Suecia no está dispuesta a dar ese último paso, a pesar de que los pagos en efectivo representan ya sólo un 10%. El Gobierno ha anunciado que abrirá una investigación para buscar fórmulas que garanticen el derecho de los suecos a pagar en moneda contante y sonante. En parte, porque aún existe un sector significativo de la población que desconfía de las consecuencias de la desaparición del efectivo, pero también para que se puedan realizar pagos en situaciones de emergencia y crisis. «Básicamente se trata de no quedar excluido de la capacidad de pago», ha explicado el ministro de Finanzas, Niklas Wykman. La medida que se aplique está pensada para obligar a los negocios a aceptar dinero en efectivo en pago por sus productos y servicios. 

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