La ola soberanista sigue imparable en toda Europa, para dolor de Von der Leyen y sus socios globalistas. Después de la victoria de Alternativa para Alemania en Turingia y su empate técnico con la CDU en Sajonia, la próxima pieza en caer promete ser Austria, que celebra elecciones generales a finales de este mes.
El Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) tiene todas las papeletas para ganar los comicios. Eso aseguran, al menos, todas las encuestas, que presentan al partido con una holgada ventaja a sólo tres semanas de las elecciones. El partido, antiinmigracionista y contrario a las aventuras bélicas, lleva liderando la opinión austriaca en los sondeos desde 2022.
Según una encuesta realizada por la Sociedad Lazarsfeld para oe24, el partido cuenta con un 27% de intención de voto, seguido del ÖVP, el centroderecha que ha dominado intermitentemente el panorama político desde la posguerra, con el 23%.
Ambos partidos, que han formado una coalición de gobierno en el pasado, tendrían suficientes votos para formar gobierno, pero las profundas rencillas entre ellos podrían frustrar su colaboración.
El ÖVP rompió en 2019 su coalición anterior después de un escándalo que implicó al vicecanciller del FPÖ, Heinz-Christian Strache, en el llamado affair Ibiza, en el que se dejó grabar expresando opiniones inconvenientes. Pero desde entonces, el FPÖ ha criticado con eficacia y éxito al partido gobernante reprochándole su ruinosa alianza con los Verdes, el enorme aumento de la inmigración ilegal y su belicismo desmedido.
Pero las tornas han cambiado, y, en caso de coalición, el FPÖ no sería el socio menor. En caso de alianza, el canciller sería el líder del Partido de la Libertad, Herbert Kickl. Hasta ahora, el ÖVP ha descartado la posibilidad de una coalición de este tipo.
El sondeo también muestra que el SPÖ cuenta con el 20%, los Neos con el 12% y los Verdes con el 8%. El KPÖ comunista con el 3% y el Partido de la Cerveza con el 4%. Ambos partidos deben conseguir un mínimo del 4% para obtener escaños en el Parlamento.
El ÖVP es el partido que ha sufrido la mayor caída de apoyo: en las últimas elecciones obtuvo el 37% de los votos, mientras que el FPÖ sólo obtuvo el 16%.