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Tras la oleada de ataques al patrimonio histórico italiano

El partido de Meloni, a por los activistas climáticos: penas de prisión para quien vandalice el patrimonio

Un activista ecologista tiñe de negro la fuente de Bernini de la Plaza de España de Roma. Europa Press

La primera fuerza política de Italia, el partido que lidera la presidente del Consejo de Ministros del país, Giorgia Meloni, Fratelli d’Italia, ha presentado un proyecto de ley para frenar el vandalismo que, en los últimos tiempos, están protagonizando algunos activistas ecologistas.

En los últimos meses, museos, estatuas y edificios públicos están siendo víctimas de ataques perpetrados por activistas climáticos que, para conseguir mayor eco en sus reivindicaciones apocalípticas, no dudan en atacar todo tipo de bienes ―tanto muebles como inmuebles― del patrimonio cultural.

En octubre del año pasado, unas jóvenes activistas arrojaron un bote de zumo de tomate a Los girasoles de Van Gogh, en la National Gallery de Londres, en el acto vandálico que posiblemente mayor viralización obtuvo en esta oleada de ataques «ecologistas». Poco después un cuadro de Monet del Museo Barberini de Potsdam fue víctima de otros jóvenes que vertieron sobre él puré de patatas. España no se libró y en noviembre dos activistas se pegaron a Las majas de Goya, en el Museo del Prado.

En Italia este fenómeno se ha sufrido con especial virulencia. Ya en julio del año 2022, en la Galería de los Uffizi de Florencia, unos «ecovándalos» pegaron sus manos a una de las obras maestras del Quattrocento italiano: La Primavera, de Sandro Botticelli. Unos meses después, ecologistas lanzaron sopa de guisantes sobre un cuadro de Van Gogh ubicado en el Palacio Bonaparte de Roma.

En diciembre, arrojaron pintura sobre la fachada del Teatro de La Scala de Milán; en enero, hicieron lo propio en la sede del Senado italiano, el Palacio Madama; en marzo, sobre la estatua de Víctor Manuel II en la Plaza del Duomo de Milán.

Hace tres semanas, dos activistas rociaron con pintura naranja la fachada de la sede del Ayuntamiento de Florencia, el Palazzo Vecchio. En esta ocasión, el hartazgo ante las protestas climáticas lo encarnó el alcalde de la ciudad toscana, Dario Nardella, quien redujo él mismo a uno de los vándalos espetándole con un «ma che cazzo fai?» (¿pero qué coño haces?), un grito con el que seguro se sintieron representados no pocos italianos. Finalmente, en abril, otros vándalos ecologistas vertieron un líquido negro en el agua de la Fuente de la Barcaza de Bernini de la plaza de España de Roma.

El partido gobernante en Italia, liderado por Giorgia Meloni, ha decidido tomar cartas en el asunto. El proyecto legislativo presentado en el Senado estos días pretende castigar con prisión de seis meses a tres años a quienes realicen este tipo de actos; es decir, a quienes desfiguren o ensucien edificios públicos o religiosos e inmuebles sujetos a protección como bienes culturales, recoge Il Sole 24 Ore.

Con este paso, Fratelli d’Italia declara la guerra a los «ecovándalos». Presentada por el senador Marco Lisei, el borrador del texto consta de un solo artículo, que contiene modificaciones al decreto ley 14 del 20 de febrero de 2017 y al artículo 635 del código penal. En concreto, para quienes hayan sido denunciados, una o varias veces, o hayan sido condenados ―incluso con sentencia no definitivo― por vandalismo o daño doloso a bienes culturales protegidos, se les prohíbe acercarse, desde un mínimo de seis meses hasta un máximo de un año, a una distancia inferior a 10 metros de los edificios sujetos a protección. La transgresión de la prohibición conllevará una multa de 500 a 1.000 euros.

Según informa Il Corriere della Sera, el senador de la formación de Meloni sostiene que ambas medidas –las penas de cárcel y la distancia de 10 metros– actuarán como elemento «disuasorio» frente a quienes «creen que pueden concienciar sobre el tema del cambio climático dañando nuestro patrimonio cultural».

«En primer lugar nos gustaría intervenir modificando el artículo 635 del código penal relativo al daño. Al sancionar también a quienes desfiguran o ensucian el patrimonio público, y ya no sólo a quienes lo destruyen, deterioran o inutilizan, facilitamos la persecución de estas conductas», explica Lisei, según recoge el diario italiano. Según el senador italiano, el proyecto de ley encontrará, cuando sea discutido en la Cámara, «una amplia convergencia entre muchas fuerzas políticas, seguramente todas las de la mayoría».

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