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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El Gobierno británico no quiere tantos blancos en las asociaciones benéficas

La primera ministra británica, Theresa May

El Gobierno británico ha mostrado su preocupación por la supuestamente exigua diversidad existente en las organizaciones benéficas


La corrección política tiende a invadir todos los ámbitos de la vida social del hombre: desde el familiar hasta el laboral pasando por el religioso. Una tendencia que queda evidenciada cada día con hechos tales como la reciente conminación de la Comisión de Caridad del Gobierno británico a las organizaciones benéficas a que aumenten el número de voluntarios jóvenes y pertenecientes a minorías étnicas.
Tras la publicación de un informe que revela que el 92% de los voluntarios de las asociaciones benéficas son blancos y que más de la mitad están jubilados, el Gobierno británico ha mostrado su preocupación por la supuestamente exigua diversidad existente: ‘Existe el riesgo de que el voluntariado de las asociaciones benéficas se torne miope en sus percepciones’, asegura la Comisión de Caridad, a la que disgusta que la mayor parte de los voluntarios sean blancos, hombres y mayores de cincuenta años.
Tal y como relata Breitbart London, aunque la jefa ejecutiva de la Comisión de Caridad Británica, Helen Stephenson, no dude en elogiar la labor de las asociaciones benéficas, añade rápidamente que ‘debe promoverse diversidad entre los voluntarios’ y que éstos ‘no reflejan la realidad de las comunidades a las que sirve la beneficencia’.
‘Las organizaciones benéficas están, por tanto, en riesgo de perder una amplia variedad de habilidades, experiencia y perspectiva’, asegura Stephenson, quien cree que la falta de representación de ciertos grupos sociales entre los voluntarios de la beneficencia ‘puede poner a las asociaciones benéficas en el riesgo de crear una cultura del pensamiento grupal donde la toma de decisiones se torne indiscutida’. Un razonamiento algo endeble, pues parte de la más que discutible premisa de que todos los seres humanos blancos piensan igual, de que todos las personas de edad provecta razonan del mismo modo y de que todos los varones coinciden en su forma de abordar los problemas.

Críticas a la Comisión de Caridad

Estos pronunciamientos públicos de la Comisión de Caridad, organismo dependiente del Gobierno británico, han despertado el rechazo de ingentes personas que consideran ilegítimo que no se ensalce lo suficiente la labor de los voluntarios y se abogue por su reemplazo.
Una de las voces indignadas es la del editor de ‘Civil Society Media’, David Ainsworth, quien ha mostrado su perplejidad por las críticas vertidas desde instancias gubernamentales contra los voluntarios de la beneficencia. Así, ha asegurado que es difícil ‘tolerar cualquier tipo de criticismo contra este tipo de organizaciones’, dado que los voluntarios son personas que ‘dan gran parte de su tiempo a cambio de nada con afán de servir a sus semejantes’.
Asimismo, Ainsworth, en una línea básicamente opuesta a la de la Comisión de Caridad, ha reflexionado sobre los aspectos positivos de que la mayor parte de los voluntarios sean jubilados: ‘Teniendo en cuenta las grandes dificultades de desvinculación social que padecen las personas mayores, deberíamos felicitarnos – y no protestar – porque éstas estén encontrando sentido a su vida y haciendo una gran contribución’.

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