El ministro de Exteriores, y líder de Liga Norte, Matteo Salvini, se declara «harto» de que «tomen el pelo» a Italia. Sus acciones, lejos de enfadar a la sociedad, sitúan al partido como el más popular.
A los grandes medios, igual que a los políticos europeos, empiezan a faltarle epítetos lo bastante expresivos para denunciar la actitud del nuevo Gobierno italiano. «Populista» es decididamente vago y blando; «xenófobo» y «racista» empiezan a sonar gastados; «nazi», sí, ciertamente, pero hay que introducirlo con acierto, oblicuamente, para que no resulte demasiado vulgar y poco sofisticado.
La razón es que Matteo Salvini, ministro del Interior y verdadero factotum del ejecutivo de coalición, no solo está haciendo cosas impensables, sino que parece extrañamente inmune a la criptonita política de descalificaciones que han doblegado a políticos más poderosos en el pasado.
Nuevo portazo a una ONG
Lo último ha sido cerrar los puertos italianos a un nuevo barco de rescate con cientos de inmigrantes otra vez, al tiempo que lanzaba una diatriba de Salvini contra ONGs y «bienhechores’ a las que ha acusado de hacerle el trabajo sucio a los traficantes de personas (de ‘carne humana’, les ha llamado).
Se trataba de un buque de la ONG alemana Lifeline, que el miércoles rescató a 350 subsaharianos frente a las costas libias antes de poner rumbo a Italia, pero Salvini ha dejado claro que lo del Aquarius no va a ser un caso aislado, y ha prohibido a la nave desembarcar en suelo italiano, acusando a LifeLine de ignorar sus nuevas disposiciones migratorias. «Bueno, pues ahora os los lleváis a Holanda», ha dejado dicho, añadiendo: «Estoy harto de que nos tomen el pelo».
Antes que eso, ha puesto en pie de guerra a la opinión publicada al anunciar un censo de la población gitana del país, como primer paso para deportar a quienes entre ellos no tengan la nacionalidad italiana.
Incluso ha salido a la luz un vídeo en el que el ministro pide una «limpieza masiva» de inmigrantes de «zonas enteras» del país. «Necesitamos una limpieza masiva, calle por calle, plaza por plaza, barrio por barrio. Tenemos que ser duros porque hay partes enteras de nuestras ciudades, partes enteras de Italia, que están fuera de control».
Sube en las encuestas
Pero Salvini no se ha vuelto loco, ni está tirando su carrera política por la ventana. ¿La decisión de no dejar desembarcar al Aquarius, que tal oleada de indignación ha suscitado en todo Occidente? Bien, pues casi el 70% de los italianos la aplaude, según una encuesta inmediatamente posterior.
De hecho, la Liga Norte que lidera Salvini y que se supone que es el socio menor de la coalición de gobierno, al haber obtenido el Movimiento 5 Estrellas más escaños en las pasadas elecciones, supera ya a su aliado en intención de voto.
La encuesta, publicada el lunes por la firma italiana SWG, da a la Liga el 19,2% del voto, un 0,2% más que a su socio de gobierno. La popularidad de la Liga casi se ha duplicado tras las pasadas elecciones, en las que el M5E fue el partido más votado, con un 32,7%.
Por lo demás, Savini sabe que no está solo, incluso que va ganando. Para empezar, la canciller alemana Angela Merkel ya ha anunciado que ha tirado a la basura el borrador que iba a presentar en la cumbre comunitaria sobre inmigración de este fin de semana, después de que el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, amenazara con boicotear el encuentro.
Merkel tiene ya bastante con sobrevivir, y justo por este mismo asunto, como hemos informado ya en La Gaceta. Su ministro del Interior, Horst Seehofer, le ha dado dos semanas para levantar el veto contra la medida propuesta por el ministro miembro de la CSU bávara de cerrar la frontera a todo ilegal. Si Merkel no cede, tendrá que dimitir, porque la CSU le retirará su necesario apoyo.
Los que sí han anunciado que boicotearán la cumbre son los países del Grupo de Visegrado: Polonia, Hungría, Chequia y Eslovaquia, según ha anunciado el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que acaba de obtener una nueva victoria en este frente al conseguir que el parlamento apruebe la llamada StopSoros, que penalizará a quien asista a inmigrantes ilegales en su país.