«Era un infierno en vida», relató una niña de 12 años que sufrió durante años los horrores de una red de explotación sexual infantil que operó en Oxford entre 1998 y 2012. La menor fue obligada a prostituirse, llevada a diversos lugares de la ciudad, como hoteles y casas de huéspedes, donde era sometida a abusos sexuales y torturas físicas. «Parecía que se excitaban con mis lágrima», confesó la víctima, que también soportó quemaduras con cigarrillos, golpes con bates de béisbol y abusos prolongados que en ocasiones duraban varios días por parte de musulmanes.
Este es sólo uno de los desgarradores testimonios revelados tras la Operación Bullfinch, lanzada en 2011 por la policía de Thames Valley. La investigación destapó una red que explotó sexualmente a más de 300 niños, en su mayoría niñas de entre 11 y 15 años. Las víctimas, muchas de ellas bajo tutela de los servicios sociales, eran manipuladas con regalos, drogas como heroína y crack, y alcohol. Una vez dependientes, eran vigiladas, amenazadas y sometidas a violencia extrema para evitar que escaparan.
Pese a tratarse de uno de los casos de explotación sexual más salvajes de la historia reciente, la Policía británica ha revelado recientemente que ocultó parte de la información para «evitar conflictos raciales», debido a que los perpetradores de estas torturas eran musulmanes nacidos en Pakistán.
Mohammed Karrar, el cabecilla de la red
Mohammed Karrar, identificado como el líder de la red, se destacó por su brutalidad. Marcó a una de sus víctimas con su inicial «M» cerca del conducto anal, reclamándola como su propiedad, y cobraba hasta 600 libras esterlinas a otros hombres para que la violaran. En un caso estremecedor, Karrar obligó a una niña de 12 años a someterse a un aborto clandestino tras quedar embarazada por los continuos abusos. Para el procedimiento, la drogó y la llevó a una clínica en Reading.
Las niñas también fueron torturadas con cuchillos, objetos contundentes y otras formas de violencia. Algunas sufrieron asfixia, mordeduras y quemaduras, mientras que otras eran humilladas y amenazadas con daño a sus familias si intentaban escapar. Una de las víctimas fue castigada con un encendedor cuando trató de resistirse a los abusos.
Fallos institucionales permitieron años de impunidad
Un informe de 2015 señaló fallos graves por parte de la policía de Thames Valley y los servicios sociales de Oxfordshire. Las autoridades ignoraron durante años las denuncias de las niñas, permitiendo que la red operara con impunidad durante más de una década.