La noticia encapsula tan perfectamente la actitud occidental frente a la avalancha migratoria procedente del Tercer Mundo que, aun siendo aparentemente insignificante, es enorme: las autoridades piden a los revisores de trenes alemanes en el estado de Turingia que no le pidan el billete a los «recién llegados» después de una oleada de conductas violentas o amenazantes de estos contra el personal ferroviario. ¿Quién dijo que la violencia nunca funciona?
El Thüringer Allgemeine señaló el domingo que se había informado al personal ferroviario que debía hacer todo lo posible para reducir la carga de los viajeros problemáticos, incluso si eso significaba dejarles viajar gratis total. Ahora habrá en Turingia pasajeros de primera y de segunda y, curiosamente, los segundos son los que están en la tierra de sus padres y pagan impuestos.
Un matrimonio que había viajado recientemente en un tren de la línea Süd-Thüringen-Bahn contactó con el diario para contar que a quienes tenían pinta de extranjeros no se les pedía el billete, cosa que sí se hacía con los nativos. El diario contactó con los servicios ferroviarios, que inicialmente negaron la acusación, para acabar finalmente admitiendo que se había dejado a discreción de los empleados exigir o no el billete cuando consideraran que había riesgo de violencia o intimidación.
La situación en los transportes alemanes por culpa de la actitud de muchos inmigrantes es ya vox populi, y una reciente carta aparecida en un diario alemán se quejaba: «Los políticos estatales y federales hablan una y otra vez de ‘integración’ y tolerancia hacia los inmigrantes y refugiados. Les preguntamos seriamente: ¿cómo pueden esperar que los ciudadanos de este país acepten la política de refugiados que se practica cuando tienen que presenciar —prácticamente todos los días, ¡y no sólo en el transporte público!— tanta violencia, brutalidad y absoluto desprecio y burla de nuestras leyes y sociedad, incluidos sus llamados ‘valores’?».
De la miríada de problemas que provoca la descerebrada política occidental de inmigración sólo nos llegan los casos más graves, atentados, violaciones grupales o asesinatos, pero su influencia negativa en muchos aspectos de la vida social está dando la vuelta al panorama político, a pesar de toda la propaganda coordinada para contrarrestar el malestar.
También en Francia se ha dejado notar el calvario en que se ha convertido para los nativos usar el transporte público. Las cifras anuales proporcionadas por el Ministerio del Interior en septiembre de 2023 revelan que el 69% de los robos violentos y otros delitos violentos, incluidas las agresiones sexuales, en el transporte público en la región metropolitana de París, Île-de-France, fueron perpetrados por ciudadanos extranjeros.
Un análisis más detallado de los datos muestra que los africanos por sí solos eran responsables del 52% de esos delitos, aunque son solo un 3,2% de la población. En toda Francia, el 55% de los detenidos por delitos en el transporte público son extranjeros, según indican los datos.