Un informe elaborado por el diario sueco Samnytt ha estimado que el número de mezquitas en el país ha incrementado un 4.200% en menos de 25 años, pasando de apenas unos pocos espacios de culto a alrededor de 300 en la actualidad. Este crecimiento exponencial se ha producido en un contexto de disminución constante de fieles en la Iglesia Luterana Sueca, cuya afiliación ya ha caído por debajo de la mitad de la población, a pesar de haber sido durante siglos la religión oficial del Estado.
No existen registros oficiales exhaustivos que permitan conocer con precisión cuántas mezquitas operan realmente en Suecia, ya que no están obligadas a inscribirse ante las autoridades. Muchas funcionan de manera informal, en locales comerciales, almacenes o sótanos, por lo que la cifra real podría superar ampliamente los datos estimados por la Agencia Sueca de Apoyo a las Comunidades Religiosas (SST), el organismo que calcula su número en unos 300 centros de oración.
Este auge en la presencia de mezquitas ha llamado la atención tanto por su velocidad como por las fuentes que han financiado su expansión. Junto al apoyo económico del gobierno sueco, que a través de la SST reparte cada año millones de coronas entre asociaciones islámicas registradas, existen aportaciones procedentes de países como Arabia Saudí, Irán, Catar o Turquía. Según informó en 2017 el medio sueco ETC, de tendencia progresista, aproximadamente una de cada cuatro mezquitas del país se habría construido con fondos saudíes.
Algunas de estas instituciones religiosas han sido objeto de polémica. La mezquita de Gotemburgo, erigida con apoyo saudí, ha sido criticada por difundir mensajes considerados misóginos. Por su parte, el centro Imam Ali en Estocolmo, con vínculos con Irán, ha sido escenario de discursos que exaltan el sacrificio y el martirio en nombre del islam. Pese a estas denuncias, el país carece de estudios profundos sobre el contenido de las enseñanzas o los flujos financieros de estos templos.
Los servicios de inteligencia suecos (SÄPO) y la Agencia de Contingencias Civiles (MSB) han advertido que potencias extranjeras podrían estar utilizando las mezquitas como plataformas para ejercer influencia tanto religiosa como política dentro de Suecia. La falta de transparencia y control ha sido señalada por numerosos analistas como un desafío que las instituciones aún no han abordado con la seriedad necesaria.
En cuanto al panorama demográfico, un informe del Pew Research Center publicado en 2017 situaba a Suecia como uno de los países europeos con mayor proporción de población musulmana, estimada entonces en un 8,1%. Sólo Francia y Bulgaria superaban esa cifra, con un 8,8 % y un 11,1 %, respectivamente. Algunas proyecciones apuntan a que, de mantenerse las tendencias actuales, los musulmanes podrían representar más del 30% de la población sueca en el año 2050.