«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
abundan los reproches y las críticas a la ceremonia inaugural

Los JJOO de París rinden pleitesía a las minorías privilegiadas

Juegos Olímpicos de París. Europa Press

La ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de París ha tenido varias consecuencias. La primera ha sido degradarla hasta parecerse al festival de Eurovisión, igual de largo y de vulgar.

También muestra la separación entre la opinión publicada y la verdadera opinión pública. En X y otras redes sociales, donde la gente se puede expresar con gran libertad, abundaban los reproches y las críticas a la ceremonia. En cambio, en los medios de comunicación todo eran alabanzas. Las portadas de la prensa de papel del día siguiente eran unánimes en los aplausos, sin dar espacio a una sola queja. Por esta consideración de los lectores como si fueran idiotas, la prensa es cada vez más irrelevante.

Otra de esas consecuencias es que ha callado por unos días a los «calentólogos». Los organizadores se empeñaron en celebrarla al aire libre porque, estaban convencidos de que no iba a llover a finales de julio en París y menos ahora que nos hallamos en la ‘era de la ebullición’, como aseguró el secretario general de la ONU el año pasado. Y la humanidad entera pudo ver la lluvia que caía sobre los participantes y los asistentes, muchos de los cuales tuvieron que recurrir a paraguas y a chubasqueros de plástico para protegerse.

El episodio más repulsivo fue un remedo blasfemo de la Última Cena cristiana interpretado por varios personajes del mundillo drag queen. La reacción mundial ha llevado al comité organizador a disculparse. Su portavoz, Anne Descamps, ha empleado el condicional habitual: «Si la gente se ha sentido ofendida, por supuesto, lo lamentamos mucho, mucho».

Quien se situó en el lugar de Jesucristo fue Barbara Butch, una mujer de 43 años, hija de un marroquí pintor de casas y de una judía secretaria, que se ha convertido en artista famosa porque saca partido de sus atributos, ideologías y gustos: lesbiana, feminista, obesa… En 2020 apareció desnuda en la portada de la revista Télérama con una pregunta: «¿Pero por qué rechazamos a los gordos?».

El director artístico de este engendro ha sido el francés Thomas Jolly, al que el comité organizador seleccionó en 2022. La fijación de este director teatral de 42 años y gay consiste en imbuir «diversidad» y «convivencia» en sus espectáculos, tan extravagantes que han sido vituperados. Como ya sabemos, «diversidad» y «convivencia» son salvoconductos para la grosería y la burla, sobre todo de los cristianos, el único grupo social despojado de los derechos a protestar y a pedir respeto. Jolly ha diseñado también de la ceremonia de clausura del 11 de agosto.

Casi 300.000 euros anuales de salario

Los Juegos reúnen a dos tipos las élites. La de los mejores deportistas del mundo y la formada por los mayores caraduras.

Uno de los corredores que portó la antorcha olímpica fue el rapero estadounidense Snoop Dogg. Y aparte de difundir esa música barriobajera, Snoop Dogg interpretó una película porno.

De estos Juegos se destaca su «paridad»: mismo número de participantes masculinos y femeninos, 5.250 por cada sexo. En su discurso, el presidente del comité organizador de los Juegos, el ex piragüista Tony Estanguet, mantuvo esa igualdad absoluta, ya que quien sostenía el paraguas era una mujer.

El deportista convertido en ejecutivo está siendo investigado por su sueldo oficial, que se acerca a los 300.000 euros anuales desde 2018 y se considera excesivamente elevado. Por el contrario, los 45.000 voluntarios tienen que pagarse sus gastos de alojamiento y transporte, a la vez que se comprometen a trabajar más de 40 horas seis días a la semana. Quienes participan gratis en estos actos al servicio de privilegiados, ¿qué pretenden? ¿Ponerlo en su currículum? ¿Salir en televisión por unos segundos?

Entre los famosos que acudieron a París están la cantante Lady Gaga, que interpretó una canción. La estrella quizás pida el voto de sus compatriotas para Kamala Harris como ya lo pidió para Joe Biden en 2020. También están Tom Cruise, Serena Williams, Zendaya, Rosalía… aunque los organizadores pretenden que estos Juegos sean sostenibles, las celebridades están dejando enormes huellas de carbono al viajar a la capital de Francia en aviones privados y usar el aire acondicionado que la alcaldesa socialista Anne Hidalgo eliminó de las residencias.

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