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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El maltrato tiene menos incidencia en la Europa católica. ¿Por qué?

 Nuestro país ostenta una de las cifras más bajas de la Unión Europea.


La Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea elaboró en 2014 una gigaencuesta sobre “violencia contra la mujer” (vea aquí el mapa ampliado). Ha sido el primer estudio de ámbito continental y, según el organismo comunitario encargado de su realización, facilitará la creación de una estrategia global en esta materia.
La encuesta señala que las denuncias representan sólo una parte de la violencia que sufren algunas mujeres dado que muchas de las agresiones no llegan a conocimiento de la policía. Según el estudio sólo el 34% decide denunciar la agresión más grave que ha sufrido.
La principal conclusión que se extrajo fue que una de cada tres mujeres ha experimentado violencia física o sexual en la madurez (62 millones de mujeres de 186). Además, una de cada 20 mujeres habría sido violada, 62 millones habrían padecido malos tratos durante la infancia, 80 millones habrían sufrido violencia psicológica y 10 millones habrían sido privadas de su libertad, incluso dentro de sus propias casas. Además, el 50% de las mujeres evitarían, según el estudio, situaciones llamadas “de riesgo” como viajar en transporte público, salir solas de casa o caminar por lugares poco concurridos.

Lacra en los países nórdicos

Ante la psicosis desatada por los casos de violencia domestica, cabe señalar que en España los datos generales de la encuesta marcaban unas cifras de violencia física o verbal sustancialmente más bajas que la media (22%) y muy alejadas de los niveles de los países nórdicos, región con excelentes resultados en el índice de igualdad de género.
Sin embargo, a juicio de Blanca Tapiaportavoz de la Agencia los Derechos Fundamentales de la Unión Europealas bajas cifras de España y las altas de las naciones escandinavas resultarían en cierto modo engañosas. En declaraciones a Eldiario.es, Tapia explicaba que la de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea era una encuesta y no un estudio sobre denuncias: «En países como Finlandia, Dinamarca, Suecia o Francia es más aceptable culturalmente hablar de violencia de género y, por lo tanto, las mujeres la declaran más”. Y añadía: “Las mujeres de los países nórdicos tienen mucha conciencia de género, saben que son iguales en derechos a los hombres y tienen claro que no tienen que aguantar ciertas cosas. No pasan ni una”. Y completaba el argumento explicando que “en esos países hay más mujeres en el mercado laboral y por su estilo de vida están más expuestas”. Añadía, por último, la “la relación de los hombres con la bebida según las diferentes culturas».

Las cifras en la Europa Católica

Un solo caso de maltrato constituye un drama. Drama, las más de las veces con consecuencias psicológicas, ataques de pánico, de ansiedad y en muchos casos depresión. Por eso, aunque quede aún mucho por recorrer hasta erradicar por completo la lacra del maltrato, España parece estar recorriendo el camino adecuado. Nuestro país ostenta una de las cifras más bajas de la Unión Europea. Tan sólo Austria (20%), Croacia (21%) y Polonia (19%) ostentan cifras más bajas.
Así las cosas, los países donde las cifras de maltrato, aún resultando inaceptables, se presentan como más bajas, serían, por este orden Polonia, Austria y CroaciaEn cuarto lugar, con un índice del 22%, estarían situadas Malta, Eslovenia, Chipre y España. Con un 24% Portugal, con un 25% Grecia, con un 26% Irlanda y con un 27% Italia. Cifras, en todos los casos, muy inferiores a las de países como Finlandia (47%), Suecia (46%) o Dinamarca (52%).
Resulta revelador que, excepción hecha de Grecia y Chipre, que comparten el mismo cristianismo ortodoxo, todas las naciones que se sitúan por debajo de la media son naciones de cultura católica. Sus habitantes así se consideran de manera abrumadoramente mayoritaria. Es el caso, y siguiendo el orden de países con menos agresiones en el ámbito del hogar, del 86,7% de los polacos, del 61,4% de los austríacos, el 86,2% de los croatas, el 91% de los malteses, el 57,8 % de los eslovenos, el 71,8% de los españoles, el 81% de los portugueses, el 84% de los irlandeses y el 82% de los italianos. 

El «sentido de comunidad», clave

Al profesor Amando de Miguel no les sorprenden en absoluto estos datos: “Es así en todas las formas de violencia. En homicidios, en suicidios, en violencia doméstica… a pesar de lo que se piensa, los países del norte de Europa siempre han sufrido cifras más altas de violencia”. La clave, para el sociólogo, está en el “sentido de comunidad” o, técnicamente, el control social. La ética protestante, para bien y para mal, es “más individualista y, por lo tanto, con menos sentido de comunidad”. Y “no es por la industrialización”, advierte, “esto ya era así en el XVII”.
Amando de Miguel explica que el sentido de comunidad en los países católicos lleva alos individuos de estas sociedades a “estar más controlados, pero también más arropados”. En España existen muchos ámbitos de socialización, “desde la parroquia, al club de fútbol, hasta las sociedades gastronómicas en el Norte pasando por los altísimos índices de propiedad de las viviendas, que promueve el arraigo y la socialización”.
También, obviamente, se producen incomodidades, el qué dirán o los cuchicheos vecinales, aunque también subraya, precisamente, que en las naciones de cultura católica “todo el mundo conoce a sus vecinos y es difícil ver a gente comiendo sola; en EEUU es al revés: lo normal es comer solo”. El día de la MadreMother’s Day, “es una cosa que se inventan los anglosajones para contener el exceso de individualismo; en España resulta un poco absurdo, ¡aquí todo el mundo habla con su madre cada día!».
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