La canciller alemana, Angela Merkel, reconoció que el Estado cometió fallos en materia de seguridad y de atención a las víctimas al afrontar su primer gran atentado yihadista, llevado a cabo hace justo un año en Berlín.
En el atentado, perpetrado por el refugiado tunecino Anis Amri al irrumpir en un mercadillo navideño con un camión robado a un transportista polaco, murieron doce personas y unas cincuenta resultaron heridas.
En una breve declaración durante los actos conmemorativos junto al mercadillo donde irrumpió el camión, Merkel asumió las críticas que se le han realizado desde distintos sectores en las últimas semanas e indicó que el atentado mostró «debilidades del Estado».
«Hoy es un día de tristeza, pero también de mostrar la voluntad de que aquello que no salió bien se haga mejor», subrayó.
En concreto, la canciller indicó que el Gobierno no sólo debe preservar la seguridad de sus ciudadanos, sino también dar a todos los damnificados «la oportunidad» de volver a ponerse en pie tras el golpe.
Merkel señaló que ayer mantuvo un encuentro con heridos y familiares de las víctimas -una conversación «muy abierta y sin tapujos»- y que piensa volver a reunirse con ellos «en unos meses» para mostrarles «qué se ha aprendido» y «qué se puede hacer en el futuro mejor» para que la respuesta del Estado sea «suficiente».
Poco antes, el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, se había hecho eco de estas quejas al intervenir en el homenaje e instó a la clase política a «aclarar los fallos y aprender de los errores».
El jefe del Estado recogió los reproches de los afectados y sus familiares que se sintieron «abandonados» tras la tragedia y que han dirigido sus quejas a la clase política personalizada en la canciller que hasta ayer no les recibió.
Y no olvidó el cúmulo de errores de las distintas administraciones y de las fuerzas de seguridad, que no pudieron expulsar del país al autor del atentado a pesar de rechazarse su solicitud de asilo y que desperdiciaron la oportunidad de detenerlo por otros delitos.
Steinmeier recordó a los doce muertos, de nacionalidad alemana, polaca, ucraniana, israelí e italiana, y a los alrededor de setenta heridos, y considero que algunas ayudas «llegaron tarde» y fueron «insatisfactorias».
Garantizó a los supervivientes que sus quejas «no caen en saco roto, no dejan impasibles a ninguno de los responsables en este país» y lamentó también algunos discursos poco después del atentado.
«Los políticos no pueden decir precipitadamente que no puede haber seguridad total en nuestra sociedad abierta, aunque sea cierto. Debemos primero pronunciarnos y reconocer dónde se han cometido fallos evitables», manifestó.
A su juicio, hay que partir de que «el atentado no debía haber pasado nunca» y preguntarse «una y otra vez» si realmente se está haciendo todo lo posible en un estado constitucional y democrático para evitar los ataques terroristas
No ceder al terror, no implica reprimir el dolor de las víctimas, añadió el presidente: «Les garantizo que no les dejaremos solos», concluyó.