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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La Navidad en Europa, entre bolardos y medidas extremas de seguridad

Este año el espíritu navideño de los tradicionales mercadillos de Viena convive con los bolardos, los bloques de hormigón y policías de paisano como precaución ante un posible ataque terrorista.
Con el inicio del Adviento más de veinte mercadillos llenan la capital austríaca de villancicos, luces y puestos en los que se pueden encontrar decoración para el árbol, salchichas, repostería o una taza caliente de vino especiado -Glühwein- para combatir las gélidas temperaturas.
Estos espacios gozan de una enorme popularidad en esta ciudad y cada año atraen alrededor de tres millones de personas entre turistas y locales.
Dicha masificación unida a su fondo religioso, los convierten en un potencial objetivo de un ataque terrorista, como el que causó la muerte de 12 personas el año pasado en Berlín, cuando un camión arrolló a los visitantes de un mercadillo navideño.
«Actualmente no hay ninguna amenaza activa por atentado terrorista en Austria, pero por los ataques cometidos en Europa la sensación de peligro está aumentando enormemente», señaló Irina Steirer, portavoz de la policía.
Las alarmas de toda Europa volvieron a saltar el pasado viernes cuando un artefacto que contenía clavos y una sustancia explosiva obligó a desalojar un mercadillo navideño en la ciudad alemana de Potsdam.
La portavoz indicó que «a pesar de que no hay una manera totalmente eficaz de evitar un atentado, Viena está preparada para una emergencia».
Los cuerpos de seguridad han planificado un dispositivo especial para estos espacios navideños, que «coordinará agentes de uniforme y de paisano» y que se combinarán con «bloques de cemento, contenedores o bolardos en los alrededores de los mercadillos».
La preocupación por un posible atentado no ha espantado a los turistas que continúan visitando estos lugares para sentir el espíritu navideño austríaco.
La ecuatoriana Laura Bengoechea y su pareja tenían marcada la visita a los mercadillos como uno de los puntos imprescindibles de su viaje a Viena.
«Nosotros vivimos en Barcelona y ahí tuvimos también el ataque de Las Ramblas, al final es cuestión de suerte», comentó.
Bengoechea cree que los ataques terroristas hacen que la gente «se sienta insegura en cualquier lugar», pero considera que no hay que dejar que afecte al día a día.
Uno de los mercadillos al que se le ha prestado especial atención es el localizado frente al monumental ayuntamiento neogótico de la ciudad y que lleva organizándose desde 1975.
El «Christkindlmarkt» (Mercadillo del Niño Jesús) es el mayor de la ciudad y el principal atractivo de la navidad vienesa.
En sus más de 1.800 metros cuadrados, el mercadillo del Ayuntamiento no solo ofrece a los visitantes hileras de puestos abarrotados de decoración navideña, juguetes o comida, sino que también cuenta con una pista de patinaje sobre hielo y atracciones como una noria o un carrusel.
Una corona de adviento de doce metros de diámetro da la bienvenida a los visitantes en la entrada principal a la plaza, protegida por los bolardos.
Los demás accesos al lugar cuentan este año con bloques de cemento forrados de papel de regalo, que tienen como objetivo evitar que cualquier vehículo pueda acceder al recinto.
Los mexicanos Carolina Reyes y José Loredo lo han visitado como parte de su viaje por Europa y en todo momento se han sentido tranquilos, hasta el punto de que no notaron que hubiera medidas de seguridad excepcionales.
«Antes nos preocupa agarrarnos un resfriado con la temperatura que hace», dijo entre risas la pareja.
Las medidas de seguridad ante un ataque terrorista también se han visto reforzadas en el mercadillo que se organiza cada año en el Palacio Schönnbrun.
El conocido como ‘Versalles vienés’, situado a media hora del centro de la ciudad, fue la residencia de verano del emperador Francisco José I y su esposa Isabel de Baviera, más conocida como Sisi.
Este año este mercadillo, presidido por un enorme abeto decorado con luces blancas, no solo ha sentido la mayor presencia de la policía, sino que ha cambiado su estructura.
Con la nueva disposición cuenta con dos nuevas salidas para poder evacuar más rápido a los visitantes en un hipotético ataque.
También se han instalado bolardos retráctiles en las entradas laterales del complejo para evitar la entrada de vehículos, protecciones que se mantendrán una vez pasadas las fiestas.
Estas medidas extraordinarias de seguridad estarán vigentes en Viena hasta el día de Nochebuena, cuando se empezarán a desmantelar los puestos, retirar las luces y guardar los adornos hasta 2018.
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