En esta línea, el nuevo primer ministro polaco ha expresado su anhelo de que la Europa secular hodierna retome la senda del cristianismo
Tras una moción de censura que fracasó estrepitosamente en el Parlamento, Beata Szydlo dimitió la pasada semana como primera ministra de Polonia. Una dimisión a la que inmediatamente siguió la designación de Mateusz Morawiecki, antiguo viceprimer ministro y miembro del partido conservador Ley y Justicia desde 2016, como su sucesor.
Este cambio en la cabeza del Gobierno no se traducirá, no obstante, en una alteración de las posturas de éste sobre cuestiones fundamentales como la vida, la familia y la migración. No en vano, Morawiecki, en su cargo de viceprimer ministro, ha apoyado con entusiasmo todas las iniciativas del Ejecutivo encaminadas a combatir el aborto, a apoyar económicamente a la institución familiar y a plantear una política migratoria alternativa a la marcada por la UE, cuyo carácter es esencialmente suicida.
Ya en su primera entrevista concedida como primer ministro, Morawiecki ha mostrado su compromiso de continuar defendiendo ante Bruselas las posiciones que el Ejecutivo de Ley y Justicia ha defendido hasta el momento. Así, ha abundado en la idea de que Polonia – y todos los Estados soberanos – tiene derecho a decidir si acogen o no refugiados y ha prometido que seguirá rechazando las cuotas que la Comisión Europea quiere imponer.
En esta línea, el nuevo primer ministro polaco ha expresado su anhelo de que la Europa secular hodierna recupere los caminos del cristianismo, se ‘recristianice’. Así, ha lamentado que ‘en muchos sitios no se canten villancicos y que las iglesias, vacías, se conviertan progresivamente en museos’.
Católico y defensor de la clase media
Morawiecki no es exactamente un hombre dedicado a la política, pues ha trabajado la mayor parte de su vida en el sector privado. De este modo, fue durante años presidente de la filial polaca del Banco Santander, lo que le concede cierto prestigio en el ámbito económico.
Durante su etapa como viceprimer ministro, ha apadrinado ingentes y ambiciosas políticas sociales en Polonia; políticas tales como las ayudas mensuales de 150 euros por hijo a las familias – siempre los vástagos sean dos o más – y la rebaja de la edad de jubilación hasta los 65 años en hombres y hasta los 60 años en mujeres. Ello le ha valido el apoyo de la clase media polaca, que ve con buenos ojos aquellas medidas adoptadas para fortalecer a las familias.
En el ámbito intelectual, la carrera de Morawiecki es, cuando menos, notable: se graduó en Historia por la Universidad de Breslavia, para cursar después estudios de Administración de Empresas en ese centro y en la Central Connecticut State University. Otrosí, cuenta con un MBA y con estudios en las universidades de Hamburgo, Basilea y el Kellogg School of Management de la Northwestern University de Evanston, en Estados Unidos.
El nuevo primer ministro polaco, que está casado y tiene cuatro hijos, es vástago de un egregio político y activista anticomunista, Kornel Morawiecki. Éste fundó ‘Solidaridad en Lucha’, una escisión del sindicato ‘Solidaridad’, e introdujo a su hijo en el ambiente de la oposición clandestina a la URSS ya a una temprana edad.
