El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, ha respondido con firmeza a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, después de que esta exigiera en un mensaje en X que el Gobierno húngaro permita la celebración del orgullo en Budapest sin consecuencias legales ni administrativas para organizadores o participantes. La líder comunitaria, además, ha aprovechado la ocasión para proclamarse «aliada» del lobby LGTBI.
Lejos de aceptar las presiones de Bruselas, Orbán ha respondido con un mensaje en esa misma red social a Von der Leyen en el que la insta a abstenerse de interferir en la aplicación de la ley en los Estados miembros, recordándole que la Comisión Europea «no tiene ningún papel que desempeñar» en asuntos internos. En lugar de imponer agendas ideológicas, le ha pedido que centre sus esfuerzos en los problemas reales de la Unión Europea, como la crisis energética y la pérdida de competitividad, donde sí tiene competencias y donde, según ha denunciado, ha cometido «graves errores» en los últimos años.
Dear Madam President,
— Orbán Viktor (@PM_ViktorOrban) June 25, 2025
I urge the European Commission to refrain from interfering in the law enforcement affairs of Member States, where it has no role to play.
I also call on the Commission to focus its efforts on the pressing challenges facing the European Union—areas where it… https://t.co/QHlJofeC6F
La respuesta del primer ministro húngaro ha sido un nuevo gesto de defensa de la soberanía de Hungría frente a una Comisión que lleva años utilizando el chantaje ideológico y económico contra los gobiernos que no se pliegan al pensamiento único. Hungría, que ha blindado su modelo de familia tradicional y ha rechazado la imposición de políticas de identidad sexual en las escuelas, vuelve a convertirse en objetivo de las élites comunitarias por negarse a celebrar y financiar actos de propaganda como el orgullo en su capital.
Mientras Von der Leyen pretende usar el desfile como símbolo de su campaña electoral y herramienta de presión política, Orbán le recuerda que Europa atraviesa un momento crítico y que su responsabilidad no está en promover eslóganes ideológicos, sino en solucionar el declive económico y energético provocado por su gestión.