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El París del siglo XXI: los maquinistas temen detenerse en ciertos barrios

LONDON, ENGLAND - APRIL 11: Women wearing Islamic niqab veils stand outside the French Embassy during a demonstration on April 11, 2011 in London, England. France has become the first country in Europe to ban the wearing of the the veil and in Paris two women have been detained by police under the new law. (Photo by Peter Macdiarmid/Getty Images)

Europa observa con indiferencia la decadencia de sus grandes capitales sumidas en el caos, la violencia y el tráfico de drogas.

Los conductores del metro de París se niegan a detenerse en ciertas estaciones debido al alto nivel de delincuencia y consumo de drogas que se registra en esos lugares: «No son zonas seguras para los profesionales y tampoco para los viajeros», sentencian.

Los conductores que trabajan  para la Régie Autonome des Transports Parisiens (RATP), la compañía de transporte público de París, aseguran que varias estaciones del norte de la capital están sumidas en el caos y denuncian la existencia de «bandas raciales» que representan un «verdadero peligro».

El sindicato RATP UNSA señala las estaciones de Marcadet Poissonnier y Porte de la Chapelle como las más problemáticas. Esta última se hizo famosa hace un par de años cuando, durante la crisis de refugiados, se convirtió en el lugar escogido por los recién llegados para montar su campamento. Su desalojo causó graves incidentes en la zona.

«El número de episodios violentos se ha multiplicado durante los últimos meses», explican los maquinistas, que han mantenido encuentros con representantes de la policía local para tratar una situación que «parece no tener remedio». La pasada semana enviaron sendas misivas al ministro del Interior, Gerarl Collomb, y a la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, para estudiar un plan de acción. Sin embargo, no han obtenido respuesta.

No es la primera vez que estas zonas son señaladas por las autoridades como lugares peligrosos. El servicio de mensajería francés Chronopost cesó el reparto de paquetes en ciertos barrios ante el peligro que suponía para el personal contratado por la empresa.

Los suburbios más poblados por inmigrantes al norte de París han sido considerados zonas de exclusión, la violencia y el crimen ha comenzado a extenderse hacia el centro de la capital en los últimos años. En muchas de esas calles la policía no se atreve a entrar y es el lugar idóneo para la aplicación de la sharia a manos de los radicales. De hecho, los imanes operan con total impunidad enseñando su particular visión del islam que, en muchas ocasiones, clama por atentar contra los infieles.

La realidad de los barrios de París

Existe un fenómeno que se viene repitiendo en los barrios periféricos de las grandes ciudades europeas: la creación de grandes barrios musulmanes donde la ley islámica ha sustituido al Estado. «Es necesario afrontar el problema en muchas zonas. Hay innumerables barrios donde las ‘no-go zones’ son habituales. Allí no se vive a la francesa, sino al estilo musulmán».

«¿El futuro de Francia pasa por lugares donde los hombres se visten con túnicas, las mujeres no tienen permitido salir de casa y las costumbres no tienen nada que ver con la tradición occidental?», se preguntó Èric Zemmour, que denunció la connivencia de las autoridades con estos fenómenos: «Tras los disturbios de Trappes, la ley del burka integral no se aplica. Los policías creen que es mejor no hacerlo «para evitar incidentes».

La realidad de las ‘no-go zones’ fue desvelada por dos activistas de la llamada Brigada de las Madres, que denunciaron los hechos y grabaron las reacciones de los musulmanes con cámara oculta. Las imágenes no dejan lugar a dudas.

Cuando Madia y Aziza acceden a un establecimiento, los hombres se sorprenden. Las mujeres tienen prohibido «de facto» entrar en estos negocios y su presencia incomoda a muchos musulmanes que admiten sin ambages que «no deberían estar aquí».

«Esto no es París. Aquí tenemos una mentalidad diferente y seguimos las enseñanzas del islam», reconoce otro hombre, ajeno a la cámara que le está grabando. Cuando una de las activistas le pregunta si no estaría mejor viviendo en Arabia Saudí, el musulmán responde: «Francia es un paraíso para nosotros».

El plan de Macron

El presidente francés, Emmanuel Macron, reforzó su discurso de firmeza frente a la inmigración ilegal, que le ha valido duras críticas de intelectuales y asociaciones humanitarias, al tiempo que preconizó una mayor coordinación europea para atajar este problema.

En una visita a Calais, emblemática ciudad del noroeste del país que hasta hace algo más de un año albergaba el mayor campamento de inmigrantes de Europa, Macron fustigó los discursos de la «buena conciencia» y apostó por una política activa que mejore la acogida de urgencia pero incremente las expulsiones.

En el siempre espinoso debate sobre la inmigración, el presidente trató de situarse a medio camino entre quienes le reprochan una elevada dureza contra los inmigrantes y el Frente Nacional que le acusa de debilidad frente a los ilegales.

Y aseguró que la respuesta debe ser europea, con un mayor control de fronteras, una convergencia en el derecho de asilo y un sistema único de control, que debe desembocar en la creación de una oficina europea para los refugiados.

Macron reconoció las huellas que la inmigración ha dejado en la región de Calais y aseguró que para borrarlas pedirá ayuda al Reino Unido, el destino de la mayor parte de los inmigrantes que jalonan el territorio.

Pero advirtió de que no permitirá que se instale otro campamento de fortuna como la famosa «jungla» desmantelada en octubre de 2016 y que mantendrá el esfuerzo para impermeabilizar la frontera con el Reino Unido para que Calais no se convierta en una «puerta falsa» de entrada de ilegales en ese territorio.

En la línea del proyecto de ley sobre la inmigración que prepara su Gobierno, Macron apostó por mejorar las condiciones de recibimiento de los inmigrantes, reducir los plazos de tratamiento de las demandas de asilo, proteger e integrar mejor a quienes sean aceptados, pero expulsar de forma más eficiente a los que «no tengan posibilidad de integrarse en Europa».

Recordó que en el año que acaba de concluir se incrementaron un 14,6% las expulsiones y aseguró que la presión migratoria en Calais se ha reducido de forma drástica como consecuencia de la acción policial y el cierre de las fisuras que había en la frontera con el Reino Unido.

También indicó que se han desarticulado 24 bandas dedicadas a ayudar a los inmigrantes a cruzar ilegalmente el Canal de la Mancha.

El presidente visitó uno de los centros de acogida abierto en la zona y en una cuidada puesta en escena departió con algunos de los inmigrantes que los ocupan de forma provisional hasta que se establece si tienen derecho al estatus de refugiados.

Fue la respuesta de Macron a las críticas que está recibiendo sobre su política de inmigración, plasmadas en una tribuna publicada hoy en el diario «Le Monde» por cinco intelectuales que le habían apoyado durante la campaña presidencial del año pasado y que le acusan ahora de «romper con el humanismo».

Los firmantes se hacen eco de las denuncias de asociaciones humanitarias contra el comportamiento de las fuerzas del orden, a las que acusan de confiscar mantas y efectos personales a los inmigrantes para dificultarles que se mantengan en el país.

Por estos motivos, algunas de esas asociaciones boicotearon el encuentro previsto con Macron en Calais.

El presidente anunció una investigación de estos hechos, pero rechazó la idea de que sea un comportamiento generalizado.

En este sentido, en un discurso ante las fuerzas del orden, pidió ejemplaridad en su actividad, que debe hacerse, dijo, conforme a la deontología policial y sin sobrepasar los límites.

Pero alabó su compromiso y su esfuerzo, por lo que les prometió una prima anual a quienes estén destinados a Calais.

Al tiempo, Macron criticó a las asociaciones que «mienten a los inmigrantes» y les ayudan a establecerse de forma ilegal o a entrar ilícitamente en el Reino Unido.

Frente a ello, aseguró que se mejorará la estructura del Estado para que también se ocupe de la comida de los inmigrantes, algo que hasta ahora hacían las asociaciones.

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