La fuerza policial más grande de Gran Bretaña está ofreciendo talleres personalizados para reclutar agentes pertenecientes a minorías y discriminar a blancos, con el objetivo de aumentar su presencia en los rangos superiores del cuerpo. Esta iniciativa, impulsada por Scotland Yard, busca diversificar los puestos de liderazgo dentro de la institución mediante programas de mentoría y apoyo dirigidos a estos colectivos.
Hasta el momento, alrededor de 1.500 empleados de origen étnico han sido incluidos en esta estrategia, que incluye asesoramiento profesional, sesiones de formación específicas y simulacros orientados a las pruebas de promoción. La medida ha generado controversia, especialmente después de que se conociera que algunos agentes, como los varones blancos, quedan fuera de estos programas por no cumplir los criterios de género o raza establecidos.
Un exfuncionario de la Policía Metropolitana ha criticado el sistema, asegurando que los méritos profesionales ya no son el factor principal para ascender. Según su testimonio, las oportunidades se centran exclusivamente en quienes acceden a estos cursos especializados y a entrenadores privados, lo que, según él, introduce una forma encubierta de discriminación.
En un mensaje interno distribuido entre los agentes seleccionados, la Met dejó claro que esta política forma parte de sus «Prioridades de Personas», diseñadas para mejorar la representación de mujeres y minorías étnicas en todos los niveles del cuerpo. El correo, al que tuvo acceso un medio británico, pedía no compartir su contenido con otros compañeros.
Las críticas a esta práctica no se han hecho esperar. Algunas voces dentro de la propia institución alertan de un posible sesgo inverso, donde los agentes varones blancos podrían estar siendo perjudicados. «La discriminación positiva sigue siendo discriminación», ha declarado una fuente, que ha insistido en que cualquier trato diferencial basado en características biológicas o raciales es moralmente reprobable y jurídicamente cuestionable.
Esta controversia se suma a la que recientemente protagonizó la Policía de West Yorkshire, acusada de excluir temporalmente a candidatos blancos de sus procesos de selección, alimentando aún más el debate sobre la equidad en las políticas de contratación pública.