«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
con micrófonos en parques, pubs infiltrados y ataques a médicos militares

Servicios de inteligencia británicos advierten de una red de espionaje chino en Londres

Bancos en St James Park.

En plena zona de Westminster, el corazón político del Reino Unido, fuentes de seguridad han revelado que espías chinos están instalando dispositivos de escucha en bancos de parques y edificios clave de Whitehall. El emblemático St James’s Park, situado a escasos metros de Downing Street y del Ministerio de Asuntos Exteriores, ha sido «intervenido» con micrófonos ocultos bajo bancos y en los arbustos, según han confirmado varios funcionarios.

Este parque, habitual lugar de almuerzo para investigadores parlamentarios y funcionarios, ha sido señalado como uno de los «puntos calientes» que deben evitarse. Junto a él, el histórico pub Red Lion —descrito por una fuente citada por Daily Mail como «lleno de agentes chinos»— y hoteles de lujo como el Corinthia o el recién inaugurado Raffles en Whitehall, también han sido incluidos en las advertencias internas dirigidas a quienes trabajan en puestos sensibles del Gobierno.

«Nos han dicho que los chinos literalmente tienen el parque intervenido«, afirma una fuente próxima a los servicios de inteligencia. «Incluso los investigadores parlamentarios —añade— están siendo considerados por Pekín como un punto débil de la seguridad en Whitehall».

El espionaje chino no se limita al entorno de Westminster. Fuera de los muros del Parlamento, médicos británicos que tratan a personal militar están siendo atacados por piratas informáticos vinculados al régimen comunista, con el objetivo de robar datos médicos sensibles. Algunos han tenido que volver al papel y evitar llevar sus móviles a consultas para protegerse.

«Los chinos están intentando acceder a mis comunicaciones. Es real, y es grave», confiesa un médico militar que prefiere permanecer en el anonimato. Una fuente de alto nivel advierte: «El mundo necesita abrir los ojos. Hay demasiada gente que sigue intentando acercarse a China como si no pasara nada. Necesitan una llamada de atención».

Mientras tanto, el Parlamento británico continúa siendo blanco diario de ciberataques por parte de actores hostiles. Los diputados críticos con el régimen chino sufren constantes intentos de hackeo pese a que reciben sesiones periódicas sobre ciberseguridad.

El ministro del Interior en la sombra, Chris Philp, ha denunciado que «China está construyendo una red de espionaje y represión aquí en el Reino Unido«. También ha criticado que el Gobierno no haya incluido aún a China en el nivel «Mejorado» del Sistema de Registro de Influencia Extranjera, lo que —según afirma— «habría ayudado a controlar a quienes trabajan en interés del Estado chino en suelo británico».

Las revelaciones se producen después de conocerse que el Reino Unido ha compartido datos médicos de medio millón de pacientes del sistema público (NHS) con investigadores chinos a través del Biobanco británico. Una de cada cinco solicitudes de acceso a esta base de datos proviene de China. Varios parlamentarios han alertado del peligro: estos datos podrían ser utilizados por el régimen de Xi Jinping para desarrollar armas biológicas.

Y por si no fuera suficiente, la semana pasada el Ministerio de Estado desveló que la futura «superembajada» china en Londres podría incluir celdas de interrogatorio y «mazmorras de espionaje».

En lugar de plantar cara al régimen comunista, la élite política británica parece más preocupada por no incomodar a Pekín. Mientras tanto, China extiende sus tentáculos y la amenaza ya está en los parques, en los pubs, en las clínicas… y en los despachos del poder.

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