La supuesta «prensa independiente» en países como Hungría, siempre de oposición, depende en realidad de fondos públicos o privados extranjeros, y por eso ahora están temblando ante la iniciativa de Trump de interrumpir todas las ayudas extranjeras durante 90 días.
Balázs Orbán, diputado del partido gobernante Fidesz y colaborador del primer ministro húngaro Viktor Orbán, lo contaba así en su cuenta de X: «Uno de los mayores grupos mediáticos húngaros de oposición está indignado con la orden ejecutiva de Trump interrumpiendo la ayuda extranjera de Estados Unidos durante 90 días, ya que la prensa ‘independiente’ de Hungría perderá millones de florines en financiación. Uno se pregunta cómo se puede ser independiente cuando se depende de la financiación de otro gobierno…».
La cosa funciona más o menos así en el panorama mediático de Europa del Este: unos medios supuestamente independientes se financian con dinero de gobiernos y ONG extranjeras, mayoritariamente estadounidenses, y empiezan a publicar noticias alineadas con las ideas globalistas al uso, tirando incluso de las informaciones que les proporcionan las mismas entidades que les financian. Por su parte, los medios occidentales repican lo que esta prensa «independiente» publica, y esa información alimenta las políticas del Departamento de Estado para esa nación. Un círculo casi perfecto.
El presidente ha suspendido de empleo por orden ejecutiva a docenas de empleados de carrera de alto rango de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), la agencia responsable de asignar asistencia exterior, ayuda y subvenciones. Según POLITICO, esta decisión parece afectar a casi todos los funcionarios de carrera que ocupan puestos de liderazgo en la agencia (al menos en Washington).
Es fácil: la USAID ha sido el brazo de Washington en la influencia norteamericana en el extranjero, regando de millones las causas que pretendía fomentar. Trump ha criticado a la USAID desde su primera campaña y su primer mandato. En 2018, su administración inició reformas para facilitar la transición de los países y que dejaran de depender de la asistencia extranjera, reduciendo los fondos de los contribuyentes estadounidenses invertidos en ayudar a naciones extranjeras. Pero tras la victoria electoral de Joe Biden en 2020 todo volvió a la normalidad.
De hecho, con Biden comenzaron a llegar importantes subvenciones a los medios de comunicación de la oposición, a las ONG críticas con el Gobierno y a otros actores percibidos como potenciales rivales del primer ministro, Viktor Orbán, y su Ejecutivo. USAID colaboró estrechamente en el ataque a la administración de Orbán financiando una extensa red de medios de comunicación que amplificaba cada declaración crítica.
Pero con el regreso de Trump a la Casa Blanca, Washington parece más centrado en abordar sus problemas internos que en entrometerse en los asuntos de sus aliados.