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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El triunfo de la derecha polaca: No al multiculturalismo, sí a la tradición

El Gobierno de Polonia se ha convertido en uno de los quebraderos de cabeza de la Unión Europea, que ve mira con preocupación las reformas impulsadas por Varsovia.

A ojos de Bruselas, sin apenas autocrítica, dichas medidas se alejan de los valores europeos, algo que contrasta con el discurso de Visegrado que pone de relieve cómo la UE está renunciando a sus principios fundacionales.
El partido gobernante, el conservador Ley y Justicia (PiS), se convirtió en las elecciones generales de 2015 en la primera formación en lograr una mayoría absoluta (con un 37 % de los votos) en el país centroeuropeo desde la caída del comunismo.
Muchos pensaban entonces que no lograría ni siquiera acabar su legislatura, aunque dos años después de su victoria la oposición se deshace y los sondeos dan a Ley y Justicia cifras de apoyo récord. La población apoya a su Ejecutivo y respalda las políticas que le han llevado a enfrentarse con los burócratas comunitarios.

Uno de cada dos polacos votaría al PiS

Según la última encuesta, elaborada por el instituto Kantar Public para la televisión pública, un 50 % de los ciudadanos votarían hoy al PiS, y sólo un 17 % respaldaría al principal partido de la oposición, la fuerza de centro-derecha Plataforma Ciudadana, que gobernó Polonia entre 2007 y 2015.
Una de las claves para entender por qué este partido se consolida en Polonia es la buena marcha de la economía -con un crecimiento superior al 4 %, mientras la tasa de paro se mantiene por debajo del 7 %, la más baja desde 1990- así como las importantes ayudas sociales y subvenciones aprobadas.
El sondeo de Kantar es además significativo porque concede a Ley y Justicia 285 escaños en el Parlamento, a sólo 22 de los 307 necesarios para alcanzar la mayoría de dos tercios necesaria para modificar la Constitución, el gran anhelo de un partido que se ha propuesto llevar a cabo en Polonia una auténtica revolución nacional.

La marcha de la lideresa

La encuesta se realizó el pasado 11 de diciembre, el mismo día en que Mateusz Morawiecki juró su cargo como nuevo primer ministro, después de que el PiS decidiera relevar a la hasta entonces jefa del Gobierno, Beata Szydlo.
El cambio, según diversos analistas, parece más bien cosmético, ya que Morawiecki, exbanquero que ocupaba el cargo de ministro de Finanzas y Desarrollo, ha decidido mantener la composición del gabinete de su predecesora.
Con un perfil de tecnócrata centrado en mejorar la ya de por sí magnífica situación económica de Polonia, Morawiecki, que durante varios años dirigió una entidad parte del Grupo Santander, es hijo de un importante dirigente de una escisión del Sindicato Solidaridad, y desde su juventud ha sido parte activa de la oposición anticomunista, apegado a los valores que defiende su partido.

No se achanta frente a la UE

En su primer discurso político ante el Parlamento, anunció que seguirá las políticas marcadas por Szydlo, confirmando el rumbo conservador y nacionalista del Gobierno de Varsovia a pesar de las críticas internacionales.
A falta de comprobar si el talante negociador y la experiencia internacional de Morawiecki pueden ayudar a mejorar las resentidas relaciones con Bruselas, todo apunta a que Polonia mantendrá su desafío a la UE, que puede sancionar a Varsovia por sus reformas y su negativa a aceptar el plan de cuotas de refugiados.
En el punto de mira de la Comisión Europea están las reformas de la Justicia impulsadas por el Gobierno de Ley y Justicia. Uno de los puntos más polémicos es el adelanto de la edad de jubilación (de 70 a 65 años) de los magistrados del Tribunal Supremo para dar entrada a nuevos magistrados.
Según el Gobierno, esto permitirá que por fin Polonia se desprenda de los últimos restos del comunismo presente en las instituciones, mientras que la oposición denuncia lo que califican de asalto a las instituciones.
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