Un trabajador británico del sector del saneamiento ha sido despedido por condenar los atentados del 7 de octubre perpetrados por Hamás. Damon Joshua, empleado de la empresa Severn Trent Water, fue suspendido y posteriormente expulsado de su puesto sin previo aviso tras publicar en el foro interno dela compañía un mensaje de apoyo a Israel y de repulsa hacia los terroristas islamistas.
En el mensaje, publicado en el aniversario de la masacre, Joshua calificó a Hamás como «un grupo de terroristas violentos y repugnantes» y expresó su solidaridad con los compañeros «judíos, israelíes y sionistas». También incluyó la imagen de la bandera de Israel.
La publicación fue retirada apenas unas horas después por la dirección, que alegó haber recibido quejas por su supuesto carácter «muy despectivo» y «parcial». Según los documentos internos a los que ha tenido acceso The Telegraph, uno de los denunciantes afirmó que el post «refleja negativamente» la imagen de la empresa como «compañía diversa e inclusiva».
Sin oportunidad de explicarse, Joshua fue llamado a una reunión ese mismo día y suspendido. La empresa alegó que su publicación había causado «una ofensa significativa» a tres empleados, relacionando esa supuesto agravio con «una característica protegida: la creencia religiosa». Finalmente, fue despedido por «mala conducta grave».
Durante el proceso disciplinario, se le reprochó que sus palabras podían haber ofendido a empleados «con orígenes musulmanes o palestinos», a pesar de que en ningún momento mencionó al islam como religión. Joshua insistió en que distinguió claramente entre «terrorismo islamista» e islam, y que en ningún caso quiso vincular su crítica con todos los musulmanes.
«¿Cómo puede ser ofensivo o parcial condenar a un grupo terrorista?«, se pregunta. «Usaron la palabra ‘despectivo’ para referirse a cómo describí a Hamás, lo cual me dejó perplejo», añade.
El despido no sólo respondió a esa publicación, sino que, según fuentes de la compañía, formaba parte de un «patrón» de expresión de opiniones políticas por parte de Joshua. Estas habrían incluido su oposición a eventos de «patrimonio del sur de Asia», jornadas de inclusión LGBT y talleres de diversidad.
En su audiencia, uno de sus superiores llegó a preguntarle: «¿Cómo crees que se sentiría un empleado palestino al leer esto?«. También le reprocharon que su mensaje sugería «un apoyo a una postura geopolítica concreta» y que decir que la mayoría de los trabajadores respaldaban a Israel «genera exclusión».
Joshua, que trabajaba como ingeniero de mantenimiento en zonas de producción, ha denunciado que todo el proceso fue extremadamente estresante. Pasó meses suspendido sin información clara y llegó a pensar que su despido obedecía a «prejuicios de clase» por parte de compañeros de oficina.
«Hay una gran diferencia entre la planta y la oficina. Sospecho que los que se quejaron eran personal de oficina. Son algo clasistas. Ellos están sentados en sus sillas caras en la sede nueva, y yo trabajaba con aguas residuales», ha declarado a The Telegraph.
A pesar de haber conseguido otro trabajo, asegura que la experiencia le ha hecho «pensárselo dos veces» antes de expresar sus ideas. «La libertad de expresión está bajo ataque en este país. Mucha gente lo sabe, pero tiene miedo de decirlo en voz alta», critica.
El caso ha sido asumido por la organización Free Speech Union. Su director de gestión de denuncias, el doctor Ben Jones, lo ha calificado como «uno de los casos más escandalosos de cultura de la cancelación» que han visto.
Desde Severn Trent Water se han limitado a declarar que se trata de «un caso complejo» y que «no es un incidente aislado», insistiendo en que Joshua ya había sido advertido de que ese foro no era el espacio adecuado para expresar opiniones sobre «temas emotivos«.