«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Un vistazo al ‘exitoso’ rescate europeo en el Mediterráneo

Un barco fletado por una ONG navega hacia puerto seguro con 450 inmigrantes rescatados a bordo. ¿Un éxito más de la humanitaria Europa? ¿O más bien la mejor forma de alimentar el negocio de las mafias? Vamos a verlo…

Los hechos…
Vamos primero con los hechos. Los hechos… tal como los cuentan los massmedia. Hay un barco -el Aquarius-, de la organización no gubernamental SOS Mediterranée que este lunes se dirigía a «un puerto seguro» con 450 inmigrantes a bordo. Hombres, mujeres y niños rescatados durante el fin de semana frente a las costas libias. Originarios de hasta 26 países – distintos países del África central y subsahariana, también de Siria o Palestina- el grupo lo conforman 78 mujeres (seis embarazadas), 101 menores -60 solos, sin ningún adulto que vele por ellos- y 271 hombres.


Tras un doble rescate -uno de forma directa por el Aquarius a un grupo de 115 personas a 35 millas de la costa libia y otro realizado por un navío mercante a 50 millas de Libia- los hombres, mujeres y niños fueron llevados a puerto seguro, por indicación del centro de coordinación de rescate marítimo de Roma (RMCC).

La lectura oficial

Tras el rescate, el presidente de SOS Mediterranée, Francis Vallat, señaló que los testimonios recogidos en su barco ponen en evidencia «la extrema gravedad de la situación en Libia para los inmigrantes y refugiados que, ante la falta de alternativa segura, arriesgan sus vidas en el mar para escapar de lo que llaman el infierno libio».
Por eso, señala Vallat, «la urgencia absoluta es ir a salvar en el mar a los que siguen huyendo y acompañarlos a un lugar seguro donde serán protegidos y donde se respetarán sus derechos fundamentales de seres humanos».

El análisis de los hechos

Mapa del Mediterráneo con los flujos migratorios marcados en naranja | SOS MEDITERRANEE
Miren la imagen superior. Un mapa del Mediterráneo; los principales flujos migratorios señalados con flechas y, en un círculo, el radio de acción de SOS Mediterranée. Ahora, recordemos. El primer grupo de inmigrantes, el rescatado por el propio Aquarius, estaba a 35 millas de la costa Libia. Son unos 56 kilómetros. El segundo grupo, el rescatado por un mercante, estaba a 50 millas de Libia, es decir, a unos 92 kilómetros.
Desde los lugares de rescate, los inmigrantes son conducidos a “puerto seguro”. ¿Qué significa eso? Un puerto europeo, casi siempre italiano. ¿A qué distancia está ese puerto seguro? Tomemos como ejemplo la pequeña isla de Lampedusa, escenario del drama de la inmigración ilegal, cementerio de vidas que aspiran a llegar a Europa tras un futuro casi siempre inexistente… ese lugar en el que el Papa Francisco clamó contra la “globalización de la indiferencia” y se preguntó cuántas personas habrían llorado en Europa por los niños muertos en el Mediterráneo… Lampedusa, a mitad de camino entre Trípoli y Sicilia, está a 296 kilómetros de distancia de la costa libia. 296 kilómetros… más de cuatro veces la distancia que separaba a los inmigrantes rescatados del punto de inicio del viaje.
Así, no es de extrañar que desde distintos sectores críticos con la política de rescate de las ONG -luego hablaremos de ellos- el trabajo de las organizaciones humanitarias no sea más que un mortífero “servicio de taxi”.
Los barcos de rescate prácticamente viajan a Libia, donde las mafias se encargan de ir haciendo partir embarcaciones inseguras, a sabiendas de que sus clientes -a los que cobran ingentes cantidades de dinero por un viaje al vacío- serán recogidos por las organizaciones humanitarias.
Unas jornadas de viaje después esos hombres, mujeres y niños -huidos algunos de la guerra, otros del hambre y la miseria, engañados todos con un futuro que no existe en una cada vez menos próspera Europa- llegarán al puerto seguro, de ahí a algún campo de refugiados y, quizá, meses después, a la mendicidad en las calles o, con suerte, algún trabajo precario.

Una lectura no oficial

Hombres, mujeres y niños a la deriva y en peligro de muerte. Claro que hay que rescatarlos… pero también, para evitar que cada vez haya más barcazas navegando hacia la muerte, frenar el tráfico ilegal. Justo lo que no hacen las autoridades europeas:
“La clase política dice que ‘todo el mundo bienvenido’ pero eso no puede ser así, porque esa llegada de gente se basa en la explotación de seres humanos”, decía a La Gaceta Cristian Ricci, extrabajador de seguridad de uno de los barcos de ONGs que operaban en el Mediterráneo.
Ayudar a los países en guerra o a los estados fallidos que generó la primavera árabe a recuperarse. Dar apoyo a las víctimas de las mafias, intentar acabar con ellas y poner fin al mercadeo de seres humanos. Conseguir que la prosperidad y la dignidad personales no sean un sueño al otro lado del Mediterráneo sino una esperanza al alcance en su propio país… Ese sería el verdadero rescate de Europa a África.
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