El año en puerta se percibe luminoso para Iberoamérica y esto lo intuimos por varios factores que incluyen las férreas políticas de Donald Trump frente a las tiranías y al narcotráfico; el derrumbe de Nicolás Maduro (tema al cual he dedicado mis últimos dos artículos) y el éxito del programa económico de Javier Milei, que puede servir de modelo para otras naciones.
En el caso de Venezuela, el cambio está a la vista por varios motivos, el primero de ellos es que Maduro perdió las elecciones y a partir del 10 de enero dejará de tener estatus diplomático. Segundo, numerosos informes demuestran que el régimen venezolano es un cartel del crimen organizado, por lo que podría ser enfrentado policialmente. Tercero, los delitos de lesa humanidad que comete el chavismo se han multiplicado, lo que le convierte en reo de la justicia internacional.
Por estas razones, en rigor, Trump no tendría que ordenar acciones políticas contra el régimen venezolano, y por tanto ser acusado de injerencia en los asuntos internos de otra nación; bastaría simplemente que haga cumplir las leyes internacionales sobre el narcotráfico y el terrorismo, y exigir que se aplique el Estatuto de Roma.
La caída de Maduro no solamente provocará una reacción en cadena, que sin duda afectará a sus aliados en Bolivia, Cuba y Nicaragua; sino que sumará a un importante país, como lo es Venezuela, a la alianza internacional de derecha.
Por otra parte, el futuro de los gobiernos pertenecientes al Foro de Sao Paulo y al Grupo de Puebla, como son los de Brasil, Bolivia, Colombia y Chile, luce bastante sombrío. Lula enfrenta dos problemas simultáneos: pérdida de popularidad y crisis económica. En Bolivia, también hay una debacle económica, pero ademas el partido oficialista MAS está severamente fracturado. En Colombia, Gustavo Petro se encuentra al borde de un juicio político que podría significar su destitución, amén de muchos otros problemas. Mientras que en Chile, difícilmente se pueda reelegir el proyecto progresista, habida cuenta del fracaso de Gabriel Boric.
El único Gobierno socialista con oxígeno es el de México, pero está por verse la influencia que pueda tener en la región, minado como está por los cárteles de la droga.
En resumen, en Iberoamérica se avecina una vuelta del péndulo hacia la derecha, justo cuando comienza el Gobierno de Donald Trump. Se trata de una oportunidad única, que no debe ser desaprovechada.
Y es en este contexto que las políticas económicas de Javier Milei pueden ser muy útiles para la región, porque permitirían al continente salir de la pobreza y del subdesarrollo, como en efecto está sucediendo en la Argentina.
A todos los lectores, mi abrazo de Año Nuevo cargado de oportunidades y realizaciones para todos. ¡Feliz 2025!