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ESCÁNDALOS DE LA FAMILIA PETRO CON CÁRTELES DE LA DROGA

Colombia, camino a ser un Narcoestado bajo el Gobierno de Petro

Gustavo Petro y Nicolás Maduro durante su reunión en Caracas. Twitter

Nada de lo que aquí escriba debería de sorprender a alguien. A menos que usted sea muy ingenuo, claro. Pero Colombia va vía a convertirse en un narcoestado, puro y duro, de la mano del presidente Gustavo Petro.

La última gran revelación de la revista Semana solo confirma en mano de quién están los colombianos. En una entrevista a la periodista Vicky Dávila, la exesposa del hijo mayor de Gustavo Petro confesó que a su entonces pareja varios capos del narcotráfico le habían dado millones de pesos para la campaña del papá.

En la entrevista, la mujer, que estuvo hasta hace poco emparejada con Nicolás Petro, dio detalles de cómo los narcos le daban dinero, camionetas y protección al hijo del presidente, a cambio de favores. Supuestamente, asegura la mujer, ni un centavo de esos millones que dieron los narcos para la campaña de Petro, realmente llegó. Aparentemente el hijito del presidente se embolsilló toda la plata y hoy anda por las calles de Barranquilla en camioneta regalada.

Otro que ha aparecido en escándalos similares es Juan Fernando Petro, el hermanito del presidente. En Medellín se reunión con un grupo de criminales a pocos días de la segunda vuelta presidencial el año pasado y aparentemente también le ha recibido plata a cuanto ladrón o narco conozca. Según reveló Caracol —un medio bastante izquierdoso, cabe acotar— el hermano del presidente se encontró con 18 personas, en un famoso restaurante a las afueras de Medellín, que llegaron “al lugar completamente armadas, con gafas y pelucas, tratando de ocultar su identidad”.

“El establecimiento no estaba prestando servicios al público en el momento en que tuvo lugar la referida reunión. Las cámaras de seguridad se habrían apagado previo al encuentro y el consumo se habría pagado en efectivo para no dejar rastro alguno”, reveló Caracol.

Juan Fernando, por cierto, fue el mismo hermano del presidente que, en plena campaña presidencial, hizo una visita de negocios a la cárcel de la Picota, donde pagan su condena todos los narcos y corruptos de Colombia, aparentemente para ofrecerles dádivas a cambio de apoyo a Gustavo Petro.

Bueno, esa, colombianos, es su familia presidencial. Qué vergüenza. Uno, el hermanito. El otro, el hijito. E, imagínese, con toda la candidez del mundo, que el presidente sea, en cambio, impoluto. Que su honradez le evite tocar dinero manchado de coca o sangre, y que esté indignado con lo que hace su vástago y el hermano. Pues, aún siendo así, ya es un escándalo que lo debería sepultar, porque su familia habla mucho de los valores y principios que lo rodean. Lo del clan Petro es el pillaje.

Pero, claro, aquí no hay ingenuidad y sabemos que el presidente no debe de ser muy ajeno a esos ademanes delincuenciales. Vale recordar que Gustavo Petro militó en un grupo terrorista y narco, el M-19, culpable de uno de los mayores atentados de la historia de Colombia. Petro, también, tuvo su escándalo de corrupción, cuando apareció en un video recibiendo fajos de billetes de un exfuncionario de la alcaldía de Bogotá.

No solo la familia presidencial da visos de lo que viene para Colombia. La extrema y repelente simpatía de Petro con Nicolás Maduro, el narcodictador más narco de toda narcoamérica, asoma la consolidación de un narcoeje al norte de Suramérica. Ya ha habido pasos duros en esa dirección. La restitución de relaciones, las visitas y cooperación entre ambas cancillerías y los cálidos encuentros entre Petro y Maduro, pavimentan el camino hacia la Gran Marquetalia, una reedición de la Gran Colombia, pero con mucha coca.

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