«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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EL DOBLE RASERO DEL PROGRESISMO

Cuando miles de manifestantes atacaron edificios gubernamentales en Brasil en 2017

Protestas en Brasil en 2017. Europa Press

El pasado domingo, tras el asalto a las sedes de las instituciones de los tres poderes en Brasilia por parte de miles de manifestantes simpatizantes del expresidente de Brasil Jair Bolsonaro, éste negó su responsabilidad en el citado episodio y repudió las «acusaciones sin pruebas» vertidas por el actual presidente del país, Lula da Silva.

«Las manifestaciones pacíficas, en forma de ley, son parte de la democracia. Sin embargo, las depredaciones e invasiones de edificios públicos como las ocurridas hoy, así como las practicadas por la izquierda en 2013 y 2017, escapan a la regla», escribió Bolsonaro en su cuenta de Twitter ese día por la noche.

¿A qué se refería el ex mandatario brasileño? En junio de 2013 se produjeron unas multitudinarias protestas en todo el país contra el Gobierno de Dilma Rousseff, expresidente del país y sucesora de Lula, con varios episodios de violencia; las otras manifestaciones a las que se refería Bolsonaro, las de 2017, contra el Ejecutivo de Michel Temer, guardaron mayores similitudes con el asalto que se produjo el pasado domingo.

En aquella ocasión, cuando se protestaba contra el presidente y se exigían elecciones, el Ministerio de Agricultura fue incendiado por los manifestantes. Otros edificios oficiales sufrieron actos vandálicos de todo tipo. También hubo daños importantes en el ministerio de Cultura, donde se rompieron cristales, ordenadores y se quemaron documentos.

Al menos otros seis ministerios sufrieron daños, igual que la Catedral y el Museo Nacional de la República, recogió El Mundo. Según la prensa local, los manifestantes utilizaron hondas para lanzar piedras. Fue tal la violencia empleada, que Temer se vio obligado a autorizar la ocupación de Brasilia por parte de las Fuerzas Armadas para contener las protestas.

Tras el ataque a los edificios públicos gubernamentales no hubo condenas internacionales, golpes de pecho, no se habló de golpe de Estado ni de asalto a la democracia, no hubo rasgamientos de vestiduras; si eso, hubo condenas al uso excesivo de la fuerza por parte de la policía para acabar con las protestas.

«Hoy en Brasilia se escuchará la voz del pueblo. Actor político imprescindible ya veces ignorado por los analistas. Que todo funcione en paz», escribió el día principal de las protestas de 2017 Flávio Dino, el hoy flamante ministro de Justicia del Gobierno de Lula. En fin, cómo cambian los tiempos. Y qué diferente son las reacciones según quién haga qué.

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