El Estado Mayor Central (EMC), la disidencia más numerosa del grupo terrorista colombiano Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), decidió abandonar las negociaciones que sostenía hasta ahora con el Gobierno de Gustavo Petro, argumentando que este habría «incumplido» compromisos adquiridos con el grupo.
«Desde hoy declaramos suspendida la mesa de diálogos y la agenda pactada», afirma un comunicado de la agrupación, en el que se alerta sobre la «visión militarista» sostenida por Petro y la posibilidad de que los diálogos sean cancelados de manera definitiva.
«Los militares deberían salir de las zonas, como fue el compromiso, sin embargo, la respuesta ha sido incrementar el pie de fuerza copando todos los espacios que las partes nos comprometimos a desocupar», refiere también la comunicación en la que la guerrilla argumenta que el Estado colombiano ha seguido enfrentándole militarmente, pese a las conversaciones en marcha.
Sin embargo, el EMC ha dicho que respetará el cese al fuego pactado con el Ejecutivo colombiano desde mediados de octubre y que se mantendrá en vigencia hasta enero de 2024.
Esta agrupación opera principalmente en las provincias de Caquetá, Guaviare, Meta y Putumayo (al sur del país) y tiene cerca de 3.500 integrantes, de acuerdo a cifras oficiales. Está compuesta por integrantes de las FARC que decidieron no plegarse al criticado acuerdo de paz suscrito en La Habana en 2016 entre el entonces presidente Juan Manuel Santos y la cúpula de la organización.
En paralelo el Gobierno colombiano sostiene actualmente conversaciones con el otro gran grupo terrorista que pervive en el país sudamericano, el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Dicho proceso tampoco ha estado exento de escollos.
Por ejemplo, recientemente el ELN secuestró al padre del famoso futbolista colombiano Luis Díaz, causando serias tensiones en el proceso de negociación que adelanta con el Estado. Dicho secuestrado fue liberado luego de que el propio Petro dijese el viernes que dicho acto «va contra el mismo proceso de paz».
Desmovilizar a los grupos terroristas guerrilleros a partir de un enfoque centrado en el diálogo se convirtió en una promesa central de campaña de Petro, quien además inspiraba confianza a dichos colectivos al haber sido en el pasado integrante del grupo terrorista M-19.
Sin embargo, pasado más de un año de su llegada al Palacio de Nariño, la realidad ha sido más compleja de lo que el propio mandatario hubiese podido pensar, llevándole a una situación en la que, por momentos, los procesos de negociación con el ELN y las disidencias de las FARC han estado a punto de colapsar.