El presidente de Brasil, Lula da Silva, viaja a España este martes para relanzar las relaciones con el Gobierno de Pedro SÔnchez tras alcanzar el poder en las elecciones del pasado año. El objetivo de la visita es firmar «distintas acuerdos» que pongan de manifiesto la alianza del socialismo a ambos lados del AtlÔntico.
Lula da Silva, que ha cumplido mĆ”s de 100 dĆas en el cargo con un nivel de aprobación discreto (38%), muy por debajo de la popularidad con la que contaba en sus mandatos anteriores, es uno de los baluartes históricos de la izquierda en la región.
Ćl comenzó sus pasos en la polĆtica brasileƱa como cabeza de sindicatos industriales en Sao Paulo, donde era habitual verle convocando huelgas. Todo ello hasta que en 1980 fundó la formación izquierdista de perfil obrerista Partido de los Trabajadores (PT). El partido rĆ”pidamente creció en poder dentro de las centrales sindicales del paĆs y, sobre todo, en las que agrupaban a los trabajadores paulistas.
En 1986, tras el fin de la dictadura militar y el arribo a la presidencia de transición del civil JosĆ© Sarney, el otrora agitador sindical decidió lanzarse al trampolĆn de la polĆtica nacional de lleno, obteniendo un escaƱo en la Asamblea Nacional Constituyente que para 1988 tenĆa lista una nueva Carta Magna para Brasil.
En 1989, Lula decide que es tiempo de optar a la presidencia del paĆs. Para ello se arropa con la tarjeta de un PT que ya acumulaba fuerzas: habĆa conquistado una representación considerable en la propia Constituyente —cerca de 15 diputaciones—, ademĆ”s de ganar media docena de alcaldĆas en las elecciones municipales de 1988. En esos comicios, la organización izquierdista se hace con la importante alcaldĆa de la ciudad de Sao Paulo. Ahora bien, la aventura presidencial del rostro principal del partido no salió como se esperaba, siendo derrotado por Fernando Collor de Mello, en segunda vuelta, por una diferencia de seis puntos porcentuales.
Cinco aƱos mĆ”s tarde, tras un accidentado e interrumpido Gobierno de Collor de Melo que termina colapsando por escĆ”ndalos de corrupción a mitad de mandato, Lula decide optar nuevamente a la presidencia del Brasil, cayendo nuevamente derrotado por el economista Fernando Henrique Cardoso. El lĆder izquierdista ni siquiera llegó al ballotage en esta oportunidad, pues en la primera vuelta Cardoso se hizo con el 54% de los votos de los brasileƱos.
La persistencia de Lula en conquistar el poder por la vĆa electoral no era casualidad. Aun siendo este un individuo cuajado en los preceptos de la mĆ”s pura izquierda tradicional de AmĆ©rica —esa que siempre tuvo a mano las revueltas violentas, el terrorismo guerrillero y el secuestro como recursos para imponerse en polĆtica—, su caso representa un punto de inflexión en las tĆ”cticas utilizadas por socialistas y comunistas en HispanoamĆ©rica en la dĆ©cada de los 90 para procurarse y preservar la presidencia de las naciones.
La creación del Foro de Sao Paulo
Y es que precisamente con Lula da Silva habĆa tomado cuerpo en 1990 la fundación de lo que hoy conocemos como el Foro de Sao Paulo, una red encargada de instrumentalizar pactos entre grupos e individualidades de izquierda en la región, con miras a reevaluar las tĆ”cticas para la procura y conservación del poder.
Ya para la Ć©poca las viejas luchas guerrilleras hispanoamericanas habĆan perdido atractivo y romanticismo en la gran prensa internacional, sobre todo por el demostrado perfil delictivo que Ć©stas habĆan demostrado en paĆses como PerĆŗ, Nicaragua, Colombia o Venezuela. De modo que era indispensable dotar de un nuevo maquillaje a estas agrupaciones para hacerlas mĆ”s potables a las colectividades de cada uno de sus paĆses.
Con base en ese gran reinicio de la izquierda, Lula abandera junto al tirano cubano Fidel Castro la conformación de una corporación que nace para utilizar los recursos de la democracia para acceder al poder y luego, desde allĆ, pervertir dichas democracias con ideologización, autoritarismo y mucha corrupción. La llegada al poder de Hugo ChĆ”vez en Venezuela en 1998 significó el primer gran triunfo para esta corporación tanto desde el punto de vista simbólico como desde el atinente al manejo de enormes recursos económicos para sus aliados desde ese momento.
AsĆ, el otrora lĆder sindicalista creó una coalición que sirvió de amalgama para erigir tiranĆas que sojuzgaron -y aĆŗn sojuzgan- a sus pueblos. Daniel Ortega en Nicaragua, Hugo ChĆ”vez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y NĆ©stor y Cristina Kirchner en Argentina son apenas una muestra de ello. El Foro de Sao Paulo devino asĆ, mĆ”s bien, en una internacional del crimen.
Ahora bien, volviendo al recuento histórico electoral del Brasil, en el propio año de 1998 Lula volvió a presentarse a la presidencia, resultando derrotado nuevamente por Fernando Henrique Cardoso, quien ese año fue reelecto en el cargo.
La victoria en 2002
No fue sino hasta 2002, en su cuarto intento, cuando Lula pudo ganar la presidencia del paĆs sudamericano. En octubre de aquel aƱo se impuso en segunda vuelta ante JosĆ© Serra —el delfĆn de Cardoso— con un 61% de los sufragios.
Desde su llegada al poder, el lĆder brasileƱo se convirtió —a la par de ChĆ”vez— en el perfecto espĆ©cimen de culto para la prensa global de izquierdas: ambos demostraban, supuestamente, que era posible hacer una Ā«revolución democrĆ”ticaĀ» sin derramar una sola gota de sangre, para asĆ llevar Ā«justicia socialĀ» a sus pobres pueblos Ā«oprimidosĀ» por dĆ©cadas por el imperialismo, el neoliberalismo y vaya usted a saber quĆ© otras cosas mĆ”s.
El Brasil de Lula quiso ser vendido como una referencia de izquierdas no carnĆvora, tendiente mĆ”s a enarbolar las banderas herbĆvoras del Ā«progresismoĀ» que las de socialismo real. Y asĆ pasó Lula sus ocho aƱos en el poder, de 2003 a 2011, vendiendo la idea de ser un socialista que, paradójicamente, era capaz de crear un Ā«milagro económicoĀ».
Lula, preso durante 580 dĆas
El mito tenĆa patas cortas. Justamente en el Ā«boyanteĀ» Brasil de Lula se estaba gestando el que ha sido calificado como el mega caso de corrupción mĆ”s grande de la historia contemporĆ”nea de la región: el propiciado por la constructora brasileƱa Odebrecht, seƱalada por haber pagado sobornos cercanos a los 800 millones de euros en al menos 12 paĆses de la región.
AsĆ los tentĆ”culos de Odebrecht se extendieron desde Argentina hasta MĆ©xico, desembolsando millones y millones a su paso para evadir los naturales procesos de licitación en la construcción de obras financiadas por los Gobiernos de cada paĆs. Solamente en Brasil el escĆ”ndalo salpicó en su momento a un tercio de los senadores, ocho ministros del lulismo y la mitad de los gobernadores de la nación.
Nada mĆ”s en el paĆs de Lula y de su sucesora, Dilma Rousseff —destituida posteriormente por estar incursa en hechos de corrupción— se estima que la empresa pagó cerca de 350 millones de euros en sobornos a la clase polĆtica.
En marzo de 2016, el juez Sergio Moro, encabezando la operación anticorrupción Lava Jato, destapó nuevos escĆ”ndalos de sobornos a polĆticos brasileƱos tambiĆ©n provenientes de la empresa estatal petrolera Petrobras.
En 2017, Lula fue sentenciado por el juez Moro a nueve años y seis meses de prisión, bajo los cargos de «corrupción pasiva» y «lavado de dinero», expresados en la reserva para adquirir un piso de lujo en Sao Paulo. Adicionalmente Lula fue condenado a dos años y 11 meses de prisión por la remodelación hecha en 2010 a una casa también ubicada en Sao Paulo con dineros provenientes de Odebrecht, señalÔndosele por los delitos de corrupción activa, pasiva y lavado de dinero.
Estos casos llevaron al expresidente a estar preso a partir de 2018, pero sólo cumplió 580 dĆas de la condena, dado que la Corte Suprema de Brasil en una insólita decisión, y con el magistrado Edson FachĆn a la cabeza, anuló en 2021 todas las condenas establecidas contra Lula por criterios Ā«tĆ©cnico-formalesĀ».
Rehabilitado polĆticamente, Lula se presentó a las elecciones del pasado mes de octubre para acabar con el legado de prosperidad de Jair Bolsonaro y volver a poner a Brasil en la órbita del Foro de Sao Paulo y del Grupo de Puebla.