El Foro de Sao Paulo celebró el pasado mes de julio con una videoconferencia de los tiranos Nicolás Maduro, Daniel Ortega, Miguel Díaz-Canel el 30 aniversario de su creación.
La red, que aglutina fundamentalmente a partidos de Iberoamérica, aunque también a organizaciones de otras partes del mundo, fue definida por Maduro como «fuerza democratizadora de América Latina y del Caribe», pese a representar realmente una amenaza para la vida, la libertad y la propiedad.
Nació en 1990 por iniciativa del tirano Fidel Castro y de Lula da Silva tras el fin de la URSS, para evitar que la extrema izquierda comunista se derrumbara en Iberoamérica y como respuesta al Consenso de Washington, que representó una oportunidad para la reforma de las jóvenes democracias de la región.
Sus primeras reuniones tuvieron como protagonistas a los oligarcas de la dictadura cubana y a Lula da Silva, entonces líder del Partido de los Trabajadores de Brasil. Posteriormente fue tomando forma. Un acontecimiento clave fue el recibimiento con honores de Jefe de Estado a Hugo Chávez en Cuba en 1994 tras cumplir dos años de prisión por un intento de golpe de Estado. Ahí se inició la historia del Foro de Sao Paulo, nacido solamente para obtener el poder.
En sus tres décadas de existencia, ha incorporado a organizaciones dedicadas al narcotráfico y el terrorismo como las FARC, y ha entablado una la serie de relaciones políticas y sociales con actores de extrema izquierda externos al continente americano como Podemos, que hoy forma parte del Gobierno de España, o con el expresidente del Gobierno socialista José Luis Rodríguez Zapatero.
No ha dejado de desestabilizar países, provocando un gran número de disturbios y altercados; manipular elecciones, prostituyendo el concepto de democracia; y contribuir a destruir la división de poderes y el Estado de Derecho. En definitiva, ha utilizado la delincuencia como recurso para mantenerse en el poder.