El régimen de Ortega ha atizado nuevamente la persecución contra la Iglesia católica. El miércoles se conoció que el sacerdote panameño Donancio Alarcón, quien se encontraba en Nicaragua a cargo de un par de templos que eran administrados por el obispo Rolando Álvarez, fue expulsado de la nación centroamericana.
Alarcón ofició una misa el lunes, en el marco de las ceremonias típicas de la Semana Santa en Nicaragua. Esta decisión habría decantado en su salida forzada del país con destino a Honduras, en un contexto en el que Ortega ha prohibido las procesiones religiosas.
“Cuando iba a la misa crismal, ellos me dijeron que me iban a expulsar del país, o que me iban a echar preso porque todas las homilías del domingo las habíamos dedicado al obispo Álvarez y que estaba organizando procesiones. Yo les dije que era mentira”, señaló el sacerdote al medio Radio Hogar.
Desde hace unos meses Ortega ha llevado la represión a la disidencia al extremo. Uno de los sectores contra los que más ha arremetido la dictadura sandinista ha sido precisamente el de la Iglesia Católica.