Ensayista connotado, activista denodado por la causa de la libertad, intelectual como pocos, autor de más de una veintena de libros, un indubitable activo de la resistencia anticastrista cubana. Todos esos epítetos pueden salir a relucir cuando se habla de Carlos Alberto Montaner, quien recientemente ha dejado este plano; sin embargo, su «hermano» Antonio «Tony» Guedes dice que lo fundamental para despedir a Carlos Alberto va de entender que «se nos ha ido un hombre bueno».
Guedes, médico cubano exiliado en Madrid desde 1981 y quien ha sido presidente de la Unión Liberal Cubana (ULC), trabó una profunda amistad con Montaner, al punto de asumir un vínculo casi familiar con éste.
«Era una buena persona. Una persona entregada no sólo a su familia sino a la causa de la democracia en Cuba. Un gran pensador, un gran analista y escritor de ensayos y artículos sobre el tema de Cuba y de Iberoamérica en general, pues viajó por todos esos países cientos de veces. Dio muchísimas conferencias en universidades, programas de radio y televisión», señala Guedes.
«Dedicó toda su vida a la libertad y la democracia de Cuba, y después a todos estos países que han ido cayendo bajo las garras del comunismo, el socialismo, el populismo y los radicalismos de izquierda«, explica a modo de resumen sobre la trayectoria vital de su entrañable amigo.
Sin embargo, y por encima de todo ello, una de las cosas que más reconoce de Montaner es el sentido de amplitud y respeto con el que se conducía, practicados a través del valor de la tolerancia. Al punto de que siendo Guedes un hombre de fe profunda y Carlos Alberto un agnóstico declarado, ello no causó mella alguna en la hermandad que ambos sostuvieron por décadas.
«Él pensaba en muchas cosas de manera diferente a mí, pero era un liberal en el sentido europeo de la palabra, y era muy tolerante. Puedo poner un ejemplo muy concreto: yo soy un hombre para el que personalmente la fe es fundamental y esencial, más aún que la política. Carlos Alberto en cambio era un hombre agnóstico; sin embargo, fuimos hermanos y compartimos tantas cosas por tantos años. Luchamos juntos por la libertad y la democracia a pesar de esta diferencia tan importante. Eso sólo es posible cuando hay un ejercicio de tolerancia, de democracia, de cariño y de respeto», afirma.
Montaner, uno de los miles de cubanos que desde el exilio sufrieron la permanencia del comunismo en la isla por más de 60 años y que fallece sin ver un cambio político real en su patria, deja como legado el haber convertido el pensamiento liberal clásico en una práctica de vida diaria y un método para aglutinar fuerzas contra el régimen castrista, aún con quien pensara de manera distinta a él.
«Él era un hombre convencido de la importancia de la libertad, de la tolerancia, del pluralismo, del Estado de derecho, del Estado mínimo indispensable, de la propiedad privada. De todos esos valores propios del liberalismo. Estaba convencido de eso. Y más aun viendo la experiencia del socialismo real y de los populismos en los últimos años en la región, entonces en la práctica reafirmaba sus convicciones», acota.
Hace pocas semanas atrás La Gaceta de la Ibersofera publicó un texto muy sentido en el que se notificó la despedida general de Montaner de los medios de comunicación, debido a afecciones de salud; una decisión que él mismo comunicó en su última columna publicada en varios portales internacionales.
«Era un hombre muy valioso en su pensamiento, pero consideró que ya estaba agotado, y esa fue la opción que él decidió (…) Lo importante es que se fue muy en paz. Se ha ido un gran hombre, un hombre bueno que ha aportado mucho a Cuba; mucho más que varios que creen que le están aportando mucho a la isla y descubriendo lo que no descubrieron antes (…) Carlos Alberto está entre las primeras figuras, si es que acaso no es la primera, que han combatido al régimen comunista cubano», ratificó Guedes.