«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
OBITUARIO

Carlos Alberto Montaner: presidenciable para Cuba y aspirante al Nobel

Carlos Alberto Montaner

Falleció el periodista, escritor, y político, Carlos Alberto Montaner, una de las figuras más reconocidas e importantes del exilio cubano en España y en Miami. Muere una personalidad para algunos sin duda presidenciable en una Cuba futura y aspirante al Nobel para otros por su activismo político. ¿Por qué no? Otros lo quisieron y lo obtuvieron, y sin hacer más que mal, miren a Santos, el de Colombia.

Carlos Alberto Montaner recibía a todos en su casa, yo misma fui invitada en varias ocasiones y acogida con la amabilidad que les caracterizaba a él y a su familia; por dialogo que no quedara, también estuvo dispuesto a dialogar con los castristas sobre todo al final de su vida, y con algunos lo hizo. No fue el único. Me consta porque él mismo me lo reafirmó.

Atento, y pendiente de todo con relación a la Cuba de adentro y a la de afuera, porque para las dos trabajaba, queriendo establecer una sola en su ilusión de peripecia democrática, tan ajena a lo que en verdad han deseado siempre los sucesivos gobiernos norteamericanos —sobre todo los demócratas— y el propio régimen, que la isla sea libre de una buena vez.

En mis conversaciones pasadas con él invariablemente advertí una especie de calma inquietante, muy probable haya sido debido a su personalidad que pretendía cada vez más contemporizar y equilibrar con aquellos mejor interesados en incordiar y en no oír. El eterno karma cubano.

Participamos juntos en varias manifestaciones y eventos, mi admiración inicial provenía directamente de mi madre, radioescucha empedernida de Martí Noticias en Cuba, y fan del periodista al que allá buscaba en el dial a diario para enterarse de sus ideas. Cuando se lo confesé a Montaner este se mostró sumamente agradecido.

Más tarde leí sus libros, firmados algunos con otros autores, y por supuesto también los que escribió bajo su firma, necesarios para aclarar esa parte oculta, adrede, de la historia de Cuba que los Castro intentaron borrar con la peor de las artimañas y maldades.

Además de periodista fue editor, fundó una editorial y una agencia de periodismo bajo las cuales funcionaba también con un poder acaparador, me refiero a Editorial Playor y a Firma Press; desde El Nuevo Herald fungía como consejero principal, y sin el manto de su recomendación era muy difícil de ser aceptado.

Estuve bastante cerca de Carlos Alberto Montaner durante una época, aunque breve, fructífera, mediante la cual pude percibir que intentaba una transición a la española o algo parecido en la Cuba que pulsaba en su mente; luego varios sucesos y personajes nos distanciaron porque nadie es perfecto.

Hoy respeto esa experiencia pasada, pese a los múltiples desaciertos, desencuentros, y errores por defectos que conllevaron una amistad netamente política y relativamente literaria en cuanto a la historia de nuestro país.

Otro cubano muere en el exilio sin poder ver su patria libre, y es lo que duele profundamente. Un cubano que intentó incluso darle el beneficio de la duda en no pocas ocasiones a los esbirros, sólo por el bien de un malabarismo liberal y entrañablemente demócrata en su caso.

Nadie habrá olvidado sus diálogos, soliloquios vanos casi, con el cantautor Silvio Rodríguez, con quien se había encontrado en varias ocasiones en República Dominicana -según fuentes próximas-, durante citas fortuitas en casas de amigos comunes; tampoco sus palabras cuando el régimen asesinó a Oswaldo Payá y a Harold Cepero, citaré parte del post de Michel Céspedes, miembro del Movimiento Cristiano Liberación, subido a las redes en la ocasión: «Carlos Alberto Montaner acuñó una posible demanda al Estado cubano por mantener las carreteras en condiciones no favorables. De ahí la conclusión del ”accidente”…»

Expresiones como éstas, así como su activa toma de posición a favor de Joe Biden durante la campaña hacia la presidencia de Estados Unidos, fueron alejando al hombre de una postura frontal y radical con relación al social-comunismo en la que quizás algunos creyeron advertir que estuvo, cuando quizás no fue real y escarpadamente tan así, siendo el liberal que era.

De todos modos, en la memoria de los cubanos perdurará un hombre que hizo todo lo que pudo, acertado o equivocado —de definirlo el tiempo se encargará—. «La historia dictará su fallo», lo imprimió con mano temblorosa Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria de los cubanos, en su diario, antes de morir torturado, con Cuba vibrándole en sus llagas.

Mis condolencias a Linda, Gina, a sus familiares y amigos.

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