Digo el artículo. Su autor no sé quien es ni me importa nada.
http://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2014/07/04/una-mas-de-munilla-religion-iglesia-monjas-bergara.shtml
Rebosa odio contra unas hermanas en la fe y contra el obispo diocesano. Su obispo. Que no es el mío.
Y le alegraría que unas pobres mujeres siguieran machacadas, excluidas, vejadas… Y el amor a su obispo, patente. Con amigos así no se necesitan enemigos.
En Vergara hubo un acto importante, con una participación de la jerarquía verdaderamente impresionante. Algo habría tras eso. No pasaban por allí y se encontraron porque por Vergara no pasa nadie. Y menos deciden: celebrar juntos una misa un cardenal y varios arzobispos y obispos. Algo habría aunque al redactor del artículo le parezca una maniobra del obispo diocesano. Pues vaya fuerza la de ese obispo que toca la trompeta y le acuden cardenales y obispos de lugares muy distantes.
Hay una notable diferencia entre los católicos normales y los imbéciles. Los católicos imbéciles, que también los hay. Yo, que me tengo por normal, no hago acepción de personas. No me tengo por de Apolo, ni de Cefas. Sólo de Cristo. Tampoco me chupo el dedo. Si alguien me dice que los Franciscanos de la Inmaculada, monseñor Livieres o monseñor Munilla, el cardenal Rouco o el cardenal Müller son malísimos, exijo que me lo demuestren. No me creo, de entrada, a cualquier perroflauta aunque lleve solideo. Que los hay imbecilísimos.Incluso con balcones a la calle. Y si alguien me pone por las nubes a Kasper, a Maradiaga o a Santos Abril, me ocurre lo mismo. Que me lo demuestren. Porque si fe es creer lo que no vemos tampoco vamos por ello a tener por objeto de nuestra fe que los burros vuelan. Y un problema de la Iglesia es el del discernimiento. Y no creerse lo que diga cualquier cantamañanas.
Llevo algún tiempo protestando de la que me parece inicua actitud con las Franciscanos de la Inmaculada. Tengo excelente opinión de unos obispos y sacerdotes y otros me parece pura basura. Peeo todo es iuris tantum. Mis admiraciones y mis afectos duran mientras los merezcan. Hubo un tiempo que admiré a Marcial Maciel. Hasta que me di cuenta de su congénita repugnancia. Y cesó toda admiración y le sucedió todo mi desprecio. Sin el menor problema por mi parte. Simplemente comprobé que estaba equivocado y tengo clarísimo que no soy inerrante. Si mañana alguien, con base, demostrara que los FFI no merecen ser una congregación de la Iglesia, ni un minuto de apoyo por mi parte. Pero que lo demuestren. Los avales en blanco son peligrosísimos y así yo ni se los doy al Papa. Aceptando plenamente su infalibilidad en lo que es infalible. En lo demás, falibilísimo. Como todo ser humano. Y no es una ocurrencia mía pues el mismo Papa lo reconoce.
Dios quiera que unas buenas mujeres, las supongo tales, puedan vivir su entrega a la Iglesia, aceptada por la Iglesia, en Vergara. Mi aplauso a monseñor Munilla si él lo ha logrado. Dios se lo pagará si así hubiere sido. Y si alguien piensa que lo de Vergara, aunque sea de allí y no hubieran contado con él para nada, fue una munillada sin importancia alguna porque en Vergara, como en Bilbao, te encuentras por sus calles a lo mejor del mundo mundial y hasta es más fácil tropezarte allí con cardenales y obispos que con etarras, pues, lo de siempre: que el número de los necios es infinito.