Tengo a Don Demetrio por uno de los mejores obispos de España. Y en actividad permanente. Vamos, que no para. Es lo más contrario a esos obispos escondidos de los que nadie sabe nada. Ni siquiera que son obispos. Alguien dijo de alguno que su lema episcopal debería ser Me la sopla. Porque a ese obispo todo le daba igual. A otro le aplicaban el de No me molestéis y no os molestaré. Ninguno de ellos conviene a Don Demetrio. No sé cuál es su lema episcopal. Me sería fácil buscarlo pero no vale la pena. Hay otro que le viene como anillo al dedo: «Yo de muy buena gana me gastaré y me desgastaré hasta agotarme por vuestra alma, aunque, amándoos con mayor amor, sea menos amado» (II Cor., 15). ¿Resulta el vérsículo muy largo para un lema? Pues: Me gastaré y desgastaré.
Porque esa es la vida del obispo de Córdoba. Gastarse y desgastarse por las almas. Permanentemente. Todos los días. Hasta diría que casi todas las horas. Ay, si todos los obispos hicieran lo mismo. Pero ya digo que a otros les convienen otros lemas. He tenido la tentación, que de momento he vencido, mañana Dios dirá, de pedir a los lectores qué obispos, en su opinión, merecerían los lemas antedichos y alguno más como Postraros ante mí y adoradme, El obispo siempre tiene razón, o No merecéis ni las migajas de mi atención. Sería divertido. Y hasta pudiera ser que instructivo. Pero ya he dicho que tras disciplinarme he vencido, de momento, esa trampa del Maligno.
A lo que iba, que una vez más me he perdido. El obispo de Córdoba está yendo con un numeroso grupo de sus sacerdotes, principalmente los ordenados en los últimos cinco años, de peregrinación a diversos santuarios de España. Me parece una idea extraordinaria. Que el obispo de Bilbao, también excelente, practica todos los años con sus seminaristas. Una peregrinación es un momento de oración. Y en este caso colectiva. De sacerdotes con su obispo. En lugares santificados por una reliquia, una devoción inmemorial, la fe del pueblo. Qué hermoso el obispo y su presbiterio en oración. Por la diócesis, por la Iglesia, por el mundo, por nosotros…
Además el viaje permite, en un ambiente distendido y familiar, un mejor conocimiento por el obispo de sus sacerdotes y por estos de él. Son sus brazos, sus ojos, su boca y sus oídos. Sus colaboradores, sus hermanos. Sin ellos nada puede y ellos sin él nada son. Todo lo que contribuya a un mejor conocimiento, a un mayor amor, a más confianza recíproca será una bendición de Dios. Para ellos ciertamente pero también para la diócesis. Estoy seguro de que si tras esas peregrinaciones uno de los peregrinos tiene un problema grave le va a ser mucho más fácil llamar a su obispo y éste sabrá perfectamente quien le llama. Y con Don Demetrio también seguro estoy de que esa llamada no se va a quedar en el cajón de un secretario inútil y prepotente sino que llegará al obispo.
Estupenda iniciativa la del prelado cordobés. Ojalá le imitaran muchos otros.