Robert Hugh Benson: Señor del mundo: Bibliotheca Homo Legens, Madrid, 2006, 336 pgs.
Tenía yo una larga deuda con esta novela. Desde mis dieciocho o veinte años. Mi maestro en tantas cosas, Eugenio Vegas Latapie, me recomendó numerosísimos libros, no pocos prestados de su magnífica biblioteca, y entre ellos estaba El Amo del Mundo, de Benson. Leí muchísimo, entrre otros, los Heterodoxos, Los orígenes de la Francia contemporánea de Taine, la Revolución Francesa de Gaxotte, La biografía de San Juan Bosco de Wast, la de García Moreno de Gálvez, la novelada creo que recordar que de Bourget sobre el también asesinado conde Pelegrino Rossi, la de Dom Gueranger, la del cura de Ars de Trochu, El liberalismo es pecado, de Sardá, las Cartas del Filósofo Rancio… Sin la menor duda todas esas lecturas me hicieron como soy. Y de ello no me arrepiento lo más mínimo sino que le estoy muy agradecido. Pero El Amo del Mundo, ahora editada como Señor del Mundo, no la había leído. Hasta ahora. Y comprendo perfectamente que me la recomendara.
Benson (1871-1914) era hijo del arzobispo anglicano de Canterbury y cuando en 1903 se convirtió al catolicismo se produjo en Inglaterra la natural conmoción. Se ordenó sacerdote y fue destacadísima figura católica en Inglaterra como literato, predicador, conferenciante… La novela que ahora comentamos tuvo enorme acogida en su época y pienso que hoy es mucho más actual que entonces.
Se trata de una novela futurista, distópica, apocalíptica y apasionante. Sus días coincidieron con los finales de aquel gran profeta de nuevas técnicas que fue Julio Verne, y si bien la imaginación de Benson se queda muy corta ante la del francés, no faltan en la novela anticipaciones de lo que después vendría. Pero no está en ello el interés de esta novela. Refleja una distopía, una utopía perversa, y en ello se adelantó con mucho a Huxley, cuyo Mundo Feliz creo que es de 1932 y a Orwel, que publicó su 1984 diecisiete años después. Creo que el libro de Benson, hoy mucho más olvidado, no desmerece ni literariamente ni por su interés, de los dos clásicos citados.
El mundo reflejado es el de la secularización con la consiguiente exaltación del hombre y el destierro de Dios. La Iglesia ha quedado reducida a un pequeño grupo perseguido a muerte. Y el Anticristo es el Señor del Mundo. La novela, como ya he dicho, es plenamente apocalíptica. Y… Pues anímense a leerla e interpretarán los puntos suspensivos.
Concluyo diciéndoles, porque con ello no destripo la novela, que en ese mundo está instaurada la eutanasia universal.
De muy recomendable lectura.