Celebrada en la iglesia parroquial de Santiago, cuasi catedralicia en su arquitectura. El retablo mayor parece obra de restauración del vandalismo republicano. Absolutamente prescindible. También la Virgen de las Cruces parece reposición de la que se «perdiera» en 1936. Esa impresión dan Virgen y retablo.
La iglesia, muy amplia, llena. El párroco, típicocura extremeño posconciliar, antes del parto y en el parto, despechugado. La tirilla no la lleva nadie en Estremadura que haya cumplido los cincuenta. De celebrante principal el obispo emérito de Sigüenza-Guadalajara, José Sánchez. Llevaba tiempo sin encontrármelo por ningún sitio. Y sin que le echara nada de menos.
Se celebraba una de las estupideces que la Iglesia se empeña n mantener, que no tienen sentido y le traen sin cuidado a todos. El día del Tráfico. Pues todos los años se celebra una misa, se dicen cuatro obviedades y hasta el año que viene. Y para eso llevan a un obispo, aunque este año sea un devaluado, lo transmiten por televisión y le dan un protagonismo absurdo. En un mundo global son absurdas fragmentaciones que a nadie interesan. Y que no deben ser objeto de atención institucional por la Iglesia. Si hay un grupo de criadores de canarios muy piadosos bien está que encarguen a un sacerdote una misa por ellos pero sería absurdo que esa misa la animara la Iglesia y la transmitiera por televisión. En la Iglesia hay que potenciar lo que une y no lo que separa. Y lo que nos une es que todos somos hijos de Dios rescatados para el cielo. No que seamos obreros, filatélicos, gallegos, registradores de la Propiedad, que nos llamemos Federico, hay en Madrid una congregación de Federicos, socios del Real Madrid, políticos corruptos o aficionados al parapente. Vale que algún día al año, o varios, se nos recuerde lo conveniente que es la prudencia en el tráfico, la profesionalidad en los médicos, la honradez en los políticos, los peligros del alcohol… Pero ya lo de la misa del Real Madrid, de los Hospitales, de los deportistas o de los entusiastas del rock and roll me parece una memez eclesial. Sin perjuicio de que pueda haber alguien que encargue una misa por el eterno descanso de Elvis Presley o de Teté Montoliú.
A Sánchez, que este año cumplirá 80 me pareció encontrarle más fondón. Su tono, el de siempre. Duerma hasta a las ovejas. Dijo un centón de obviedades pero en eso no he encontrado novedad. He dicho dijo cuando debí decir, leyó. Y hasta no leyó bien. Aunque tampoco espantosamente.
El coro, guitarrero, alcanzó límites insuperables de mal gusto en el Aleluya. Para revolver cualquier sentido estético por mínimo que sea.
Y el obispo no sabe bendecir. Y hasta me parece que se le olvidó el Podéis ir en paz. Le vi como espeso. Mejor dicho más espeso de lo ya habitual en él. Lo mejor de la misa, el pueblo de Don Benito.
También había curas a espuertas. Se ve que esta mañana dominical no tenían mucho que hacer.