«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Otras que se van

Una vez más la fuente es Catapulta:

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Ya podéis esforzaros los de siempre en decir que lo importante es el corazón y no lo externo y en suponer los inmensos servicios a Dios y a los hermanos de estas abuelitas. No niego nada. Se puede vestir hábito y tener un corazón oxidado y no vestirlo y ser modelos de amor a Dios y a los hombres. Se puede. Y en algunas ocurrirá. No lo niego.

Pero hay algo que es incuestionable. La pura verdad. Que estas aseglaradas, al menos en la indumentaria, y otras muchas como ellas se acaban. En los últimos días de mi campamento de Robledo después de un toque vespertino, tal vez el de oración, cantábamos todos, con disgusto del mando, esta canción: Esto se acaba, no hay quien lo pare…

Pues con estas religiosas, más o menos. Más bien más. Tienen los días contados. Y con poca cifra. No hay más que verlas. Hay quien se irrita muchísimo si algunos lo decimos aunque sea pura evidencia. Deben pensar que silenciando la realidad nadie se dará cuenta del tremendo fracaso de esas monjas y de quienes las animaron por ese camino. Pues Catapulta no es de esa opinión. Y esta cigüeña tampoco. Esta agonía, prolongada y multiplicada, va a seguir aquí. Ciertamente no a mayor gloria de Matapelo y de Chámame Pepe. También responsables desde su inutilidad de esta imparable decadencia de las Hermanas del Niño Jesús.

Así eran en 1947:

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