Hay cosas que dice el Papa, o que dicen que dice, que me confunden. Y tengo que hacer esfuerzos, tampoco demasiados, para interpretarlas en la Iglesia. Pero son escasísimas. La mayor parte de lo que dice es lo que siempre ha dicho la Iglesia. Y con una insistencia verdaderamente catequética. Creo que es de manifiesta evidencia que debemos juzgarle, y alabarle, por ello pues esa es su doctrina. No las interpretaciones interesadas y no pocas veces torticeras de quienes aborrecen a la Iglesia. Desde fuera o desde dentro. Que también los hay entre estos últimos.
El sacramento de la Penitencia, la confesión de los pecados, ha sido el gran olvidado de la Iglesia posconciliar. Con decidido propósito en no pocos y con la tolerancia de muchos más. Hubo un tiempo en el que era casi imposible confesarse. En Madrid había como mucho una docena de iglesias en la que encontrabas confesores. Y en muchas ciudades ninguna. No digamos ya en pequeños pueblos y en parroquias rurales. Hubo un tiempo que se sustituyó el sacramento por absoluciones colectivas y luego ya ni eso.
Parece que se está volviendo algo de aquel inmenso error y el Papa Francisco ha estado clarísimo al respecto. Esperemos que no se quede ello en palabras y que la Iglesia vuelva a valorar un sacramento imprescindible para la vida cristiana y la salvación de las almas.
Recomiendo la lectura de la que acaba de decir el Papa